martes, 2 de marzo de 2010

1ª Martess 02/03/2010 ¿Todo por una Higuera?

Los preámbulos de la oración

La Preparación
Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…
Presencia de Dios
Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.
Leo el texto a contemplar
Te proponemos para meditar el evangelio del próximo domingo, Evangelio de San Lucas, capítulo 13, desde el versículo 6 hasta el versículo 9 inclusive

Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?”. Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”

Me imagino el lugar…
Aquí puede ser un viñedo, las vides en filas, todo florecido, casi maduro para la cosecha…
Pido al Señor… lo que quiero
Señor que podamos descubrir cómo podemos dar frutos

 

 

La contemplación en tres pasos

La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.
Ella contempla el misterio desde una tripe perspectiva: Viendo a los personajes, escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen, para sacar algún provecho.
1° Momento: veo a los personajes de la escena
El texto nos presenta dos personajes y una higüera.
El dueño del campo, él como cualquier dueño de cualquier campo, de vez en cuando visíta sus propiedades para ver cómo crece y madura aquello que ha sembrado.
Cada visita alberga el secreto deseo de ver fructificar su tierra, y poder alegrarse del fruto maduro…
El viñador no es el dueño, aunque comparte con el dueño el deseo de que la viña de fruto a su tiempo, se diferencia del dueño en que colabora con la planta para que esta de fruto.
Para el viñador, cada fruto es gracias al trabajo de la planta y de su esfuerzo por cuidar que crezca fuerte y sana.
La higüera, que crece, tiene en si una fuerza vital que la empuja a dar fruto, es cierto que tiene que hacer frente a las adversidades climáticas; pero también necesita de los nutrientes que le proporciona la tierra, y muchas veces de los cuidados del viñador para dar fruto.

Y a mí: ¿Qué me dice esto que veo? ¿Cómo se relaciona con mi vida?

2° momento: Escucho lo que dicen o hablan las personas.
Escuchamos lo que dice el dueño del campo:
Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?
Sus palabras dejan entrever su queja: la higuera está ocupando un espacio valioso. Sus palabras son durísimas: córtenla
¿Por qué suena tan duras sus palabras?
El dueño del campo esperó tres años a la higuera.
Tal vez, cada tenía la secreta convicción de que la planta era capaz de dar frutos. Por eso supo esperar.
Pero también prestamos oídos al viñador:
Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”
Sus palabras suenan a suplica: Señor deje usted la higuera un año más.
La higuera es buen árbol, sus frutos son muy sabrosos y nutritivos, y esto lo saben tanto el dueño como el viñador.
El viñador es capaz de convertirse en defensor de la higuera, porque sabe que sus cuidados y su dedicación pueden hacer que ella de fruto: yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré

La higuera no dice nada, calla porque tal vez comprende que no ha dado hasta ahora frutos… o tal vez porque sabe que los cuidados y el compromiso del viñador harán que ella sea fecunda.

Y esto que he escuchado qué tiene ¿Que ver con mi vida? ¿Cómo ha intervenido o quiere intervenir Jesús, el viñador, para que mi vida de fruto?

3°Momento: Miro lo que hacen…
Fijamos nuestra atención en el dueño del campo, seguramente ya venía decidido a cortar la planta, pero cambia de parecer. ¿Qué lo lleva a hacer tal cosa? La confianza que tiene en el viñador. Es por la palabra del viñador que deja que la higuera siga en pie.
Ahora vemos al viñador; el no es el dueño del campo, pero es capaz de interceder y comprometerse por algo que no es suyo.
¿Qué hace la higuera? Se deja ayudar, deja que otros intercedan por ella…que remuevan la tierra que la rodea… que la abonen… tal vez esconde en su silencio el secreto deseo de tener vida y dar fruto en abundancia.

Y nosotros… muchas veces no damos el fruto que podemos dar… en la vida, en los estudios, en mi compromiso con la realidad… Ahora es tiempo de sacar provecho de todo lo contemplado

 

Hablo con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre, el dueño del Campo… o con Jesús el viñador presentándole lo que ha surgido de la contemplación.
Hablo con El de corazón a corazón, de amigo a amigo… Me despido con reverencia, le doy gracias por éste encuentro.
Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

EXÁMEN DE LA ORACIÓN:
Preguntas que pueden ayudar:
¿Cómo comencé a rezar?
¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?
¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)
¿Cómo termine?
¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

PARA COMPARTIR EN GRUPO:
Nos reunimos en grupos de 6 personas.
1.- Nos presentamos: edad, lugar de donde soy, lugar donde vivo actualmente, ¿Estudio? ,¿Dónde? ¿En qué año? ¿Trabajo? ¿En qué?
Actualmente ¿hago algún apostolado o actividad?
2.- Para compartir en el grupo: ¿Por qué rezo? ¿Qué espero de mi oración?
3.- Si alguno se anima pueden compartir aquello que ha sucedido en este momento de oración.


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