martes, 27 de septiembre de 2011

La Viña

Raúl González SJ

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Mateo 21, 33-46


Los viñadores homicidas

Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'.
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?". Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo".
Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos".
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.

Me imagino el lugar…

La imagen de la viña, es una imagen muy bíblica, la viña es aquello que Dios ha querido cultivar, cuidar, dedicarle su tiempo y su esfuerzo y de la cual espera que de fruto a su tiempo.

Podemos imaginarnos la viña....

Pido al Señor… lo que quiero

Conocer internamente a Jesús, para amarlo más y seguirlo mejor.

1° Momento: Veo a los personajes de la escena

En esta parábola tenemos varios personajes:

Primero el dueño de la viña, podemos contemplar su figura, el dueño de la viña es aquel que ha comprado la vida, ha dedicado su esfuerzo y su dinero para que de fruto, es quien pone todos los medios posibles para hacer de su viña un espacio capaz de dar fruto. El dueño de la viña sabe de paciencia, es quien espera contra toda esperanza, con la certeza de que tantos esfuerzos no pueden sino dar frutos.

Después el evangelio nos presenta a los viñadores, ellos son los convocados por el dueño a involucrarse con el trabajo en la viña. El dueño de la viña espera que para su viña, los viñadores sean más que simples jornaleros, sino que puedan involucrarse efectiva y afectivamente a la viña.

Podemos preguntarnos ¿porqué los viñadores se comportan de esta manera? Ellos han dejado que sus ambiciones y su egoísmo llenaran sus corazones, haciéndoles olvidar que ellos son nada más que servidores y poniéndoles en el corazón el deseo de convertirse en malos dueños.


Reflexiono para sacar provecho

2° Momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escuchamos a los viñadores, ciertamente ellos han soportado el peso de todo el trabajo, han cuidado de la viña, la han protegido de las adversidades climáticas y de las alimañas del campo... y creen que por esto tienen derecho de propiedad...

Cuando se enteran que va a venir el hijo del dueño del campo se dicen: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia".

La ambición hace que de trabajadores, pasen a ser homicidas, ellos son “cultivadores” de deseos de muerte.

Escuchamos al dueño de la viña: 'Respetarán a mi hijo'., en el interior del corazón del dueño, no está el deseo de venganza, sino el deseo que los viñadores escuchen, presten atención (esos es respeto en castellano).

Reflexionamos en nosotros mismos, en nuestra vida: ¿Dejamos que Dios nos envíe su Hijo o dejamos que la ambición y el poder sean nuestros máximos anhelos?


Reflexiono para sacar provecho


3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos cómo actúa el dueño de la viña, primero le confía su viña a los viñadores, la viña para el dueño es su vida, la razón de sus inversiones, aquello de quien espera estar orgulloso, y de la cual espera que de frutos, el dueño pone una gran confianza en los viñadores, para él no son simples trabajadores, sino aquellos que están dispuestos a compartir con el este proyecto.

El dueño de la viña, es aquel que no se cansa de enviar emisarios, no quiere la muerte de los malos viñadores, sino que se conviertan, que cambien, que recuperen la motivación y el entusiasmo del proyecto de la viña.

Hasta tal punto esta comprometido con su viña y con sus viñadores que es capaz de enviar a su hijo a hacer reflexionar y cambiar de actitud a los malos viñadores.

Los viñadores en cambio, se dejan cautivar por la ambición, pasan de ser servidores a creerse dueños... tienen una visión muy pobre del dueño, no se han dado cuenta que el dueño no los ha contratado sólo para trabajar, sino que fueron convocados, para participar del proyecto de la viña.

Cuando los horizontes de los viñadores, se reducen, cuando solo piensan en “ganancias” económicas y no son capaces de tener una mirada más amplia, ellos comienzan a albergar en su corazón la muerte, el asesinato, la destrucción.

Reflexiono para sacar provecho


Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder vivir la vida que nos regala Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.




EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?



Para el trabajo en grupo:

Nos presentamos.

Comparte en tu grupo alguna experiencia donde Dios te ha enviado a su Hijo, a algún mensajero para hacerte caer en la cuenta de que algo necesitaba ser cambiado en tu vida.

Comparte alguna experiencia donde la ambición, la testarudez, o el tener horizontes pequeños, no te ha dejado aceptar la visita del “dueño de la viña” o de sus enviados.

¿Cuales son las actitudes que mejor te predisponen a recibir los enviados y el mensaje del dueño de la viña en tu vida?



miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOS DOS HERMANOS

P. Salvador Verón SJ


La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Mt. 21, 28-32

Ustedes, aún después de ver, no han creído:

28Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero,le dijo: "Hijo, vete hoy a trabajar en la viña."

Y él respondió:" No quiero", pero después se arrepintió y fue:30Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: "Voy, Señor", y no fue.

¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? - El primero - le dicen.

Díceles Jesús: En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. 32Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.


La conversión de aquellos que el sistema religioso considera pecadores debería ser una señal profética con el poder de arrastrar a todos hacia el camino del bien. Sin embargo, esto no es lo que ocurre. Cada sistema religioso organiza sus valores en escalas jerárquicas en las que cuenta más la posición que la propia conciencia. El profeta Ezequiel y el evangelio se refieren a esta terrible realidad: los que se consideran a sí mismos salvados son incapaces de cambiar su manera de pensar para abrirse a la acción de Dios. Los más ilustres representantes de la religión (sacerdotes judíos, fariseos, escribas, etc.) incurren en el pecado de la falsa conciencia religiosa, es decir en la pretensión injustificada de considerarse salvados por sus propios méritos y no por la gracia de Dios. Pablo nos presenta una aguda reflexión sobre este problema y nos llama la atención sobre aquellos elementos de discernimiento que nos permiten evaluar nuestras prácticas cotidianas a la diáfana luz del amor misericordioso y del servicio solidario.

La parábola que hoy nos propone Jesús, denuncia igualmente la falsa conciencia religiosa. La viña es la realidad del mundo, en la que el trabajo siempre es arduo y urgente. A esa viña el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de los dos es ambigua. Sin embargo, sólo el compromiso del que inicialmente se había negado al trabajo nos permite descubrir quién actúo coherentemente. De este modo Jesús denuncia a aquellos dirigentes y a todo el pueblo que públicamente se compromete a servir al Señor, pero que es incapaz de obrar de acuerdo con sus palabras. Actitud que contrasta con aquellos que aunque parecen negarse al servicio, terminan dando lo mejor de sí en la transformación de la viña.

Esta parábola plantea un dilema que pone al descubierto la praxis de sus oyentes y que, leída a la luz de los acontecimientos de la época de Jesús nos muestra cómo los que eran considerados pecadores por el aparato religioso eran, en realidad, los únicos atentos a la voz del profeta. La conversión no es un asunto de solemnes proclamas o de prolongados ejercicios piadosos, sino un llamado impostergable a la justicia y al discernimiento. Las palabras de Jesús herían la sensibilidad religiosa de sus contemporáneos que se consideraban auténticos seguidores de Yavé e inigualables hombres de fe, porque colocaba delante de ellos el testimonio de aquellas personas que eran consideradas una lacra social: las prostitutas y los publicanos.

Prostitutas y publicanos no sólo eran profesiones terriblemente despreciadas, sino que quienes las ejercían eran considerados personas asquerosas e inadmisibles entre la gente de bien. Jesús ridiculiza todas esas valoraciones lanzadas desde los pedestales del sistema religioso y muestra, con los hechos, que ni siquiera la presencia de un profeta tan grande como Juan Bautista es capaz de transformar las conciencias anquilosadas y estériles de aquellos que se consideran salvados únicamente por el alto cargo que ejercen en el aparato religioso.

Más allá de una interpretación limitada al contexto judío del momento de Jesús, esta palabra suya puede y debe elevarse a categoría universal y a principio teórico: el de la primacía del hacer sobre el decir, de la praxis sobre la teoría. Un hermano dijo que sí, muy dispuesto, pero sus hechos desmintieron sus palabras: su palabra verdadera, su palabra práctica, fue un no. El otro hermano pareció estar desde el princpio fuera del camino de la salvación, por sus palabras negativas e inaceptables; pero a pesar de sus palabras, él de hecho fue a la viña, «hizo» la voluntad del Padre. Decir/hacer, teoría/praxis: el Evangelio está claramente decantado a un lado, sin vacilaciones, en estas disyuntivas.

Para la revisión de vida
Los “dos hermanos” tan contrapuestos de la parábola de Jesús se dan en cada una de nuestras vidas. A veces decimos que sí, pero es que no, y otras veces decimos no, pero resulta que sí… Sólo Jesús fue «sólo sí sin sombra de no»… ¿Cómo va esta contradicción en mi vida? ¿Qué partes de mi vida traicionan mi generosidad y mi buena intención? ¿Cómo puedo hacer para dar más coherencia a mi vida?

Para la reunión de grupo
- El tema de la parábola de los dos hermanos es el clásico y tan recurrente tema evangélico de la praxis como criterio de discernimiento. Las palabras valen si van acompañadas de la praxis. Nuestra calidad evangélica se mide en la acción, no en las palabras.

Oración comunitaria
Oh Dios que en todas las grandes religiones nos muestras la necesidad de coherencia entre la palabra y la acción; danos el coraje necesario para que purifiquemos nuestro corazón y fortalezcamos nuestra voluntad, de manera que entre uno y otra haya en nuestras vidas una total afinidad, tal como nosotros lo experimentamos en Jesús, nuestro hermano mayor, que vive y ama contigo por los siglos. Amén.

EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

lunes, 19 de septiembre de 2011

Isaias 55

P. Oscar Calvo SJ

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Isaías 55,6-9

Domingo 18 durante el año Primera lectura


"Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos. Que vuelva al Señor, y él le tendrá compasión; a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.

Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos -oráculo del Señor-.

Como el cielo se eleva por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes". Isaías 55,6-9


Así termina el llamado "Libro de la Consolación" (Isaías 40-55). Escrito por un discípulo de Isaías, tiene en cuenta la situación histórica: después de casi 50 años de cautiverio en Babilonia, lejos de su tierra, los judíos han sido purificados por el dolor y la prueba.

El nuevo dominador, Ciro el persa, les permitirá regresar a su patria. Por eso, el autor inspirado les da ánimo, y les muestra el verdadero rostro de Dios.

¿Cómo llegar a comprender el pensamiento de Dios? Él es puro amor, todas sus decisiones brotan de ese puro amor.

Desde nuestros estrechos cálculos no podemos entenderlo. Él sobrepasa toda medida. Él es puro derroche de amor y de abundancia.



- Se deja encontrar por nosotros… ¿Yo me dejo encontrar por Él?

- Nos alienta a irnos liberando de nuestra cerrazón y egoísmo. ¿Trato de caminar por ese sendero liberador que me ensancha el corazón? ¿O quiero ser centro a toda costa, como niño/a resentido/a?

- Nos exhorta a ir entrando en sus pensamientos, en sus caminos... en su lógica divina, que no coincide con la nuestra.

¿Qué imagen tengo de Dios: justiciero-inflexible, abuelito bonachón-permisivo? ¿O Padre/Madre que me ama, y desde ese amor, me exige cambios para mi bien?


- Nos hace ver que sus caminos y pensamientos superan de lejos nuestro corto horizonte sobre lo que es su misericordia.

Pido: dejarme invadir por su amor misericordioso. Y con ese sentimiento, ver qué debo ir modificando en mis criterios, quizá en mis convicciones, y en mi comportamiento.



EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?


martes, 6 de septiembre de 2011

El Perdón

Hna. Silvina Pagura FI

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Mt. 18, 21-35

Breve comentario:

El evangelio de hoy plantea el tema del perdón, que es una de las experiencias más difíciles para los seres humanos. ¡Cómo nos cuesta perdonar! Dentro de nuestro corazón cultivamos resentimientos, gastamos muchas horas dando vueltas a los problemas que se nos presentan en las relaciones familiares y sociales.

El orgullo es el principal obstáculo para perdonar, pues nos impide dar el primer paso: esperamos que sea la otra persona quien tome la iniciativa y que nos pida disculpas. El orgullo nos impide aceptar nuestra parte de responsabilidad dentro de esos conflictos; nos sentimos que somos inocentes en un 100% y que la otra persona es culpable en el 100%.

El tema del perdón no sólo afecta el microcosmos de las relaciones personales, sino que afecta el macrocosmos de las relaciones sociales. Por eso el tema del perdón está en el centro del debate político.

Conscientes de la enorme importancia de este tema, veamos qué nos dice el evangelio de hoy, cuya estructura es muy sencilla: empieza con un breve diálogo entre Pedro y Jesús, y después viene una parábola a través de la cual se explica la doctrina del perdón.

Empecemos por el breve diálogo que se desarrolla entre Pedro y Jesús:

Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?”

En esta intervención de Pedro hay que subrayar el verbo “tener”: “¿cuántas veces tengo que perdonar?”

Pedro usa un verbo desafortunado. ¿Qué le criticamos a Pedro? El perdón no es una obligación que hay que cumplir; el perdón es una maravillosa oportunidad que se nos ofrece pues permite re-crear, volver a crear, unas relaciones que se han roto; el perdón es la posibilidad de conquistar la paz, permite la recomposición del tejido social.

El otro aspecto que vale la pena destacar en la pregunta de Pedro es el número: “¿hasta siete veces?” Al proponer el número 7 que simboliza la perfección, Pedro creyó que estaba siendo generosísimo en lo referente al perdón pues pensó que era el límite perfecto.

Sin embargo, la generosidad de Pedro es aparente pues de todas maneras quiso fijar un límite.

La respuesta de Jesús desmonta los dos prejuicios de Pedro: el perdón es una fantástica posibilidad que no se puede limitar. Ese es el sentido de la expresión “hasta setenta veces siete”. La respuesta de Jesús nada tiene que ver con las tablas de multiplicar (7 x 70 = 490) sino que debe traducirse como un adverbio: hay que perdonar siempre.

Estas palabras de Jesús nos sacuden porque nosotros pensamos y actuamos de manera diferente. Jesús nos enseña que hay que perdonar a todos – no puede ser a éste sí, pero a aquel no -, todas las veces.

Para exponer más en profundidad su doctrina sobre el perdón, Jesús propone la parábola del funcionario perdonado y despiadado, en la que encontramos dos tipos de relación: la relación del rey con su empleado, y la relación de este empleado con un compañero.

Exploremos el significado del primer binomio, rey – empleado:

El empleado le debe al rey 10.000 talentos, que es una suma astronómica. Para tener idea de la magnitud de la deuda, hay una referencia útil: el rey Herodes el Grande recibía un sueldo de 1.000 talentos al año. Esto quiere decir que el funcionario debía una suma equivalente a 10 años de sueldo del rey Herodes. Por eso suena tan estúpida la petición que hace a su señor: “ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Sencillamente imposible.

A todas luces la parábola busca la exageración. Se trata de una deuda impagable; y el rey, en su generosidad, la perdonó totalmente, intereses y capital.

Exploremos el significado del segundo binomio, empleado – compañero. Quien ha sido beneficiario de la generosidad espléndida del rey, se comporta de manera miserable con su compañero que le debe unos pocos pesos. Hay un escandaloso contraste entre la generosidad del rey y la mezquindad del empleado.


Comentario del Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

homiletica.org


Nos preguntamos:

  1. A quiénes necesito perdonar en mi corazón?

  2. Tuve experiencias donde me costó perdonar a otros? Si logré perdonar ¿cómo me sentí al haberlo hecho?

  3. Me sentí perdonado por otros en algún momento?


Coloquio:

Dialogo con Jesús y le expreso lo que hay en el fondo de mi corazón, le pido que me enseñe a perdonar. Puedo situarme ante la cruz, y hablar con Jesús crucificado, contemplar su misericordia para con los ladrones, pedirle que me enseñe a perdonar como Él perdonó.





EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

El Perdón

Hna. Silvina Pagura FI

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Mt. 18, 21-35

Breve comentario:

El evangelio de hoy plantea el tema del perdón, que es una de las experiencias más difíciles para los seres humanos. ¡Cómo nos cuesta perdonar! Dentro de nuestro corazón cultivamos resentimientos, gastamos muchas horas dando vueltas a los problemas que se nos presentan en las relaciones familiares y sociales.

El orgullo es el principal obstáculo para perdonar, pues nos impide dar el primer paso: esperamos que sea la otra persona quien tome la iniciativa y que nos pida disculpas. El orgullo nos impide aceptar nuestra parte de responsabilidad dentro de esos conflictos; nos sentimos que somos inocentes en un 100% y que la otra persona es culpable en el 100%.

El tema del perdón no sólo afecta el microcosmos de las relaciones personales, sino que afecta el macrocosmos de las relaciones sociales. Por eso el tema del perdón está en el centro del debate político.

Conscientes de la enorme importancia de este tema, veamos qué nos dice el evangelio de hoy, cuya estructura es muy sencilla: empieza con un breve diálogo entre Pedro y Jesús, y después viene una parábola a través de la cual se explica la doctrina del perdón.

Empecemos por el breve diálogo que se desarrolla entre Pedro y Jesús:

Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?”

En esta intervención de Pedro hay que subrayar el verbo “tener”: “¿cuántas veces tengo que perdonar?”

Pedro usa un verbo desafortunado. ¿Qué le criticamos a Pedro? El perdón no es una obligación que hay que cumplir; el perdón es una maravillosa oportunidad que se nos ofrece pues permite re-crear, volver a crear, unas relaciones que se han roto; el perdón es la posibilidad de conquistar la paz, permite la recomposición del tejido social.

El otro aspecto que vale la pena destacar en la pregunta de Pedro es el número: “¿hasta siete veces?” Al proponer el número 7 que simboliza la perfección, Pedro creyó que estaba siendo generosísimo en lo referente al perdón pues pensó que era el límite perfecto.

Sin embargo, la generosidad de Pedro es aparente pues de todas maneras quiso fijar un límite.

La respuesta de Jesús desmonta los dos prejuicios de Pedro: el perdón es una fantástica posibilidad que no se puede limitar. Ese es el sentido de la expresión “hasta setenta veces siete”. La respuesta de Jesús nada tiene que ver con las tablas de multiplicar (7 x 70 = 490) sino que debe traducirse como un adverbio: hay que perdonar siempre.

Estas palabras de Jesús nos sacuden porque nosotros pensamos y actuamos de manera diferente. Jesús nos enseña que hay que perdonar a todos – no puede ser a éste sí, pero a aquel no -, todas las veces.

Para exponer más en profundidad su doctrina sobre el perdón, Jesús propone la parábola del funcionario perdonado y despiadado, en la que encontramos dos tipos de relación: la relación del rey con su empleado, y la relación de este empleado con un compañero.

Exploremos el significado del primer binomio, rey – empleado:

El empleado le debe al rey 10.000 talentos, que es una suma astronómica. Para tener idea de la magnitud de la deuda, hay una referencia útil: el rey Herodes el Grande recibía un sueldo de 1.000 talentos al año. Esto quiere decir que el funcionario debía una suma equivalente a 10 años de sueldo del rey Herodes. Por eso suena tan estúpida la petición que hace a su señor: “ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Sencillamente imposible.

A todas luces la parábola busca la exageración. Se trata de una deuda impagable; y el rey, en su generosidad, la perdonó totalmente, intereses y capital.

Exploremos el significado del segundo binomio, empleado – compañero. Quien ha sido beneficiario de la generosidad espléndida del rey, se comporta de manera miserable con su compañero que le debe unos pocos pesos. Hay un escandaloso contraste entre la generosidad del rey y la mezquindad del empleado.


Comentario del Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

homiletica.org


Nos preguntamos:

  1. A quiénes necesito perdonar en mi corazón?

  2. Tuve experiencias donde me costó perdonar a otros? Si logré perdonar ¿cómo me sentí al haberlo hecho?

  3. Me sentí perdonado por otros en algún momento?


Coloquio:

Dialogo con Jesús y le expreso lo que hay en el fondo de mi corazón, le pido que me enseñe a perdonar. Puedo situarme ante la cruz, y hablar con Jesús crucificado, contemplar su misericordia para con los ladrones, pedirle que me enseñe a perdonar como Él perdonó.





EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?