martes, 23 de noviembre de 2010

1º de Adviento - 28 de noviembre - Oración

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a Él con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Evangelio según San Mateo

Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.


Me imagino el lugar…

La escena trascurre a las afueras del templo de Jerusalén... Jesús había sido proclamado el Hijo de David pero ahora intentan matarlo.

Pido al Señor… lo que quiero

Conocimiento interno del Señor para que más lo ame y más lo siga.


LA CONTEMPLACION EN TRES PASOS

La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.

Ella se acerca al misterio desde una tripe perspectiva: viendo a los personajes, escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen, para sacar algún provecho.

1° Momento: veo a los personajes de la escena

Vemos a Jesús, está próxima su hora... él para esto había salido de Dios, para dar su vida en rescate “por muchos”.

Seguramente percibe que aunque muchos lo han aclamado Rey, Hijo de David, son muchos otros que aún no han entendido quién es él y que pretende.

Dentro de él se debate llevar a término su decisión, de hacer la voluntad de su Padre y la posibilidad de hacer su propia voluntad.


Vemos a sus discípulos, ello siguen desde hace tiempo a Jesús pero cada vez menos entienden sus palabra y sus acciones... para ellos también es un momento de prueba de la propia fidelidad a Jesús...


Reflexiono en mí, me pregunto... y yo en los momentos de prueba cómo actúo...

2° momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escuchamos a Jesús... estén despiertos... es lo mismo que le dice a sus discípulos en el Getsemaní.

Estar despiertos es tener los ojos bien abiertos, no dormirse en los laureles, cuando nos dicen y se empeñan en hacernos creer que todo va bien.

Estar despiertos equivale a no poner límite al amor; a no dejar que nos distraigan de nuestro objetivo como cristianos.

Estar despiertos es jugarse por cualquier cosa que pueda contribuir a la felicidad de los hombres, especialmente de aquellos que viven más lejos de la alegría.

Estar despiertos, estar despabilados, es moverse, mantenerse ocupados en realizar el bien común, aunque, por movernos, no salgamos en la foto.

Reflexionamos en nosotros mismo para sacar algún provecho... cuándo estamos despiertos y cuando nos “hacemos los dormidos”

3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos de vuelta la escena...

Jesús que se aleja del templo... Él habla con sus discípulos acerca de la hora... Estar preparados es una actitud, es un modo de ponerse delante de la vida... En la vida hay gente a la que le suceden cosas, y hay otras que haciéndose protagonista de las propias elecciones hace que las cosas sucedan.

Reflexionamos para sacar algún provecho.

Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... Podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... Podemos pedirle su espíritu para poder proclamar con nuestras palabra y nuestras vidas que Jesús es el enviado del Padre.


Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.


EXÁMEN DE LA ORACIÓN:

1º paso: Pídele a Dios

– memoria para recordar los regalos que Dios te ha dado en esta oración

– entendimiento para comprender su significado

– voluntad para realizar el deseo que me ha manifestado

2º paso: Reviso si he puesto los medios para que me vaya bien en la oración

– ¿Me hice consciente de que iba a hablar con Dios y me preparé para el encuentro?

– ¿Tomé un tiempo para serenarme antes de dar comienzo a la oración?

– ¿Hice momentos de silencio para ponerme en su presencia y disponerme a escuchar lo que Dios quería comunicarme?

3º paso: ¿Con qué sentimientos terminé la oración? Utiliza palabras que lo definan: paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad...

4º paso: ¿He visto algo con claridad? ¿Alguna idea ha cobrado fuerza dentro de mi?

5º paso: ¿A qué me he sentido animado? ¿Qué invitación me hace Jesús?

6º Paso: ¿Que medio voy a utilizar para responder a esa invitación?

7º paso: termino agradeciéndole a Dios este encuentro y le pido que me ayude a poner por obra lo que el me ha mostrado. Rezo un Padre Nuestro.

8º paso: escribo brevemente lo más resaltante.

1º de Adviento - 28 de noviembre - Formación

Para la formación:

¿Qué hacer cuando estamos desolados?


Ya hemos hablado de los dos espíritus y cómo actúan cada uno de ellos; también hemos afrontado el tema de los distintos sentimientos que podemos experimentar en la oración para reconocer su procedencia.

Ahora debemos afrontar el temas de qué hace en una situación espiritual particular: la desolación.

Recordemos qué es la desolación:

[317] ...Llamo desolación todo el contrario de la tercera regla, así como oscuridad del ánima, turbación en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor. Porque, así como la consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que salen de la consolación son contrarios a los pensamientos que salen de la desolación.

Una vez descubierto el estado espiritual ¿Qué hacer?

Ignacio, una vez más nos habla de su experiencia y nos aconseja:

1°- No cambiar de “rumbo”, cambiando las cosas que me había propuesto hacer.

[318] La quinta. En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque, así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar.

2°- Combatir a la misma desolación: mas oración; más examinarse...

[319] La sexta. Dado que en la desolación no debemos mudar los primeros propósitos, mucho aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolación, así como es en instar más en la oración, meditación, en mucho examinar y en alargarnos en algún modo conveniente de hacer penitencia.


3°- Considerar... haciendo uso de la razón...

[320] La séptima. El que está en desolación considere cómo el Señor le ha dejado en prueba, en sus potencias naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo; pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta: porque el Señor le ha abstraído su mucho hervor, crecido amor y gracia intensa, quedándole también gracia suficiente para la salud eterna.


4° .- Trabaje... esfuércese... en paciencia...

[321] La octava. El que está en desolación trabaje de estar en paciencia, que es contraria a las vejaciones que le vienen, y piense que será presto consolado, poniendo las diligencias contra la tal desolación, como está dicho en la sexta regia.


5°.- Por qué estamos desolados:

a.- Por ser tibios y perezosos

b.- Por probarnos cuanto nos alargamos desinteresadamente

c.- Para que entendamos que no depende de nosotros

[322] La nona. Tres causas principales son porque nos hallamos desolados: la primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y así por nuestras faltas se aleja la consolación espiritual de nosotros; la segunda, por probarnos para cuánto somos, y en cuánto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolaciones y crecidas gracias, la tercera, por darnos vera noticia y conocimiento para que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Seńor; y porque en casa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la espiritual consolación.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Cristo Rey - Domingo 21 de noviembre

La Preparación


Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Evangelio según San Lucas 23, 35-43

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían “ha salvado a otros: ¡que se salve a si mismo, si es el Mesías de Dios, el elegido!”. También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían :”Si eres el rey de los judíos, ¡Sálvate a ti mismo!” Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el Rey de los Judíos”.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».


Me imagino el lugar…

La escena en el Gólgota, un peñasco similar a un cráneo, desde allí, Jesús crucificado puede contemplar la ciudad Santa...

Pido al Señor… lo que quiero

Conocimiento interno del Señor para que más lo ame y más lo siga.

LA CONTEMPLACION EN TRES PASOS

1° momento: Veo a los personajes de la escena

Primero vemos a ese pueblo que contempla el espectáculo de crucifixión, para ellos fue un “espectáculo más” que observaban con curiosidad burlona.

Podemos ver a los Jefes del pueblo, ellos eran los “lideres”, ellos esperan otro tipo de Mesías, el triunfante, el Omnipotente, el glorioso... en cambio ven al crucificado.

Vemos a los soldados, ellos se burlan porque no conciben un rey de este tipo...

Vemos a Jesús... colgando de la Cruz, grande tiene que ser su motivación para soportar tal suplicio. Es fácil ser fiel en la gloria, es difícil seguir a Jesús en la pena, en la prueba, en la dificultad... es en esos momentos donde se acrisolan las fidelidades.

Reflexiono en mi, me pregunto. ¿Cómo miro Jesús crucificado y a los crucificados de la historia? ¿Cómo funcionan mis fidelidades?

2° momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escuchamos los distintos diálogos, los “ha salvado a otros: ¡que se salve a si mismo, si es el Mesías de Dios, el elegido!”.

Ellos pretenden además de un Mesías glorioso, un Mesías condicionado al propio “querer y sentir”, una marioneta...

Escuchamos a los soldados: “Si eres el rey de los judíos, ¡Salvate a ti mismo!”

Escuchamos el diálogo entre los ladrones y con Jesús:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Este ladrón resume las cortas espectativas de muchos, una salvación que es escapar de la muerte física.

El otro dice: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo», reconociendo la inocencia de Jesús, mientras que él se reconoce culpable, agregando: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino»

Escuchamos a Jesús: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso». La muerte de Jesús empieza a dar frutos: las puertas del paraíso quedarán abiertas desde ahora de par en par para todos los que lo reconozcan 'como rey', sea cual fuere su pasado. El mundo futuro («el paraíso»), no queda para el final de la historia, sino que se inaugura con la muerte de Jesús.

Reflexionamos en nosotros mismo para sacar algún provecho.

3°Momento: Miro lo que hacen…

Toda la escena tiene mucho movimiento, miradas e intensiones que se entrecruzan. Miramos cómo reina Jesús:

Escucha a sus acusadores, escucha y soporta a los soldados, soporta y calla ante ese pueblo, escucha a los ladrones, pero sobre todo ofrece su salvación a quienes quieran recibirla.

Reflexionamos para sacar algún provecho...

Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder proclamar con nuestras palabra y nuestras vidas que Jesús es el salvador de los hombres.

Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

EXÁMEN DE LA ORACIÓN:

1º paso: Pídele a Dios

– memoria para recordar los regalos que Dios te ha dado en esta oración

– entendimiento para comprender su significado

– voluntad para realizar el deseo que me ha manifestado

2º paso: Reviso si he puesto los medios para que me vaya bien en la oración

– ¿Me hice consciente de que iba a hablar con Dios y me preparé para el encuentro?

– ¿Tomé un tiempo para serenarme antes de dar comienzo a la oración?

– ¿Hice momentos de silencio para ponerme en su presencia y disponerme a escuchar lo que Dios quería comunicarme?

3º paso: ¿Con qué sentimientos terminé la oración? Utiliza palabras que lo definan: paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad...

4º paso: ¿He visto algo con claridad? ¿Alguna idea ha cobrado fuerza dentro de mi?

5º paso: ¿A qué me he sentido animado? ¿Qué invitación me hace Jesús?

6º Paso: ¿Que medio voy a utilizar para responder a esa invitación?

7º paso: termino agradeciéndole a Dios este encuentro y le pido que me ayude a poner por obra lo que el me ha mostrado. Rezo un Padre Nuestro.

8º paso: escribo brevemente lo más resaltante.


Para compartir en los grupos:

*¿Que imagen de Jesús tengo: milagrero, todopoderoso, omnipotente,débil...?

*¿Cómo miro a los crucificados de la historia?

Visita del P. General de los jesuitas - Domingo 14 de noviembre

Testimonio del Padre General de los Jesuitas en su visita a la Argentina

miércoles, 17 de noviembre de 2010

"Se acercaron algunos saduceos" - Domingo 7 de noviembre

La Preparación


Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Evangelio según San Lucas 20,27-38

Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien esta casado y muere sin tener hijos, que su hermano para darle descendencia se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?».

Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y, al ser hijos de la resurrección, son hijos de Dios. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él».

Me imagino el lugar…

Jesús ha entrado en Jerusalén, nos imaginamos a Jesús en una de las tantas plazas publicas de la ciudad, a la vista de todos, en un lugar amplio y espacioso.

Pido al Señor… lo que quiero

Conocimiento interno del Señor para que más lo ame y más lo siga.



LA CONTEMPLACION EN TRES PASOS

La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.

Ella se acerca al misterio desde una tripe perspectiva: Viendo a los personajes, escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen, para sacar algún provecho.

1° Momento: Veo a los personajes de la escena

¿Quienes son los Saduceos? Los saduceos era un grupo formado por una clase selecta de Judíos, en general ricos y de una posición social privilegiada. Ellos solo admitían de la Biblia los 5 primeros libros (La Thorá) teniendo a los demás bajo sospecha de herejía (esto era porque los demás libros criticaban duramente a los ricos y sus riquezas)

En el Centro de la vida de los Saduceos esta la preocupación de la Felicidad: ¿Cuando y dónde vamos a ser Felices? Cómo ellos no creían en la vida eterna, la única posibilidad de felicidad, de realización empezaba y terminaba con esta vida. Tristemente para ellos todo comenzaba y terminaba en esta vida, todo se acababa con la muerte. Hoy diríamos que viven el materialismo práctico.

Vemos a Jesús, El se deja preguntar, no tiene miedo a las preguntas inquietantes, es más deja que ellas, impacten en su vida...porque muchas veces, algunas preguntas inquietantes lo ayudan para llegar al corazón del misterio, al núcleo de su Fe.

Reflexiono en mi, me pregunto... acerca de las preguntas inquietantes de mi vida: ¿Dejo que ellas me ayuden a entrar en el corazón del misterio?

2° momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escuchamos la pregunta de los Saduceos... ellos ridiculizan a Jesús con el caso de la viuda y los 7 hermanos. De quien será mujer... a quién le pertenecerá. Esta es una pregunta ridícula.

¿Por qué es ridícula la pregunta?

Los Saduceos tenían un problema con el tema de los bienes. Su razonamiento era el siguiente: Si todo termina con la muerte: ¿A quien vamos a dejar todo lo que logramos en esta vida? En este razonamiento la respuesta es evidente: a la familia. Tristemente para ellos hasta la mujer se convierte en un objeto de comercio y de ganancia.

Escuchamos a Jesús;: No será mujer de nadie, porque en la vida eterna, no tendremos necesidad de casarnos, seremos como ángeles.

La respuesta de Jesús es aún más desconcertante. La razón es que esta respuesta no responde a la pregunta que le han hecho.

De alguna manera Jesús cambia la pregunta de los fariseos dando otra respuesta.

Si la pregunta hubiese sido: ¿A quién amará más?, Jesús hubiese respondido: amará a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todo su espíritu, como los ángeles... y el amor a las demás cosas estará subordinado a este.

La preocupación de los Saduceos era la descendencia, solo por una cuestión económica, Jesús plantea otro tipo de relación: quién es un materialista práctico, piensa en la descendencia como modo de perpetuarse, ya que la muerte tiene la última palabra... quién cree que la muerte puede ser vencida, sólo se tiene que preocupar por la vida, la propia y la de los demás.

Reflexionamos en nosotros mismo para sacar algún provecho.¿donde pongo yo el centro de mi vida?

3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos de vuelta la escena, que hacen los Saduceos, preguntas, se hacen los astutos, quieren ridiculizar a Jesús... en lo que hacen se nota lo que creen.

Miramos a Jesús, él nunca deja una pregunta sin responder, jamás deja que una cuestión inquietante derribe su Fe, sino al contrario, de la inquietud, se lanza al corazón del misterio para descubrir en lo profundo de la pregunta a AQUEL que es respuesta a nuestros anhelos más profundos.

Reflexionamos para sacar algún provecho.

Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría...

Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

EXÁMEN DE LA ORACIÓN:

1º paso: Pídele a Dios

– memoria para recordar los regalos que Dios te ha dado en esta oración

– entendimiento para comprender su significado

– voluntad para realizar el deseo que me ha manifestado

2º paso: Reviso si he puesto los medios para que me vaya bien en la oración

– ¿Me hice consciente de que iba a hablar con Dios y me preparé para el encuentro?

– ¿Tomé un tiempo para serenarme antes de dar comienzo a la oración?

– ¿Hice momentos de silencio para ponerme en su presencia y disponerme a escuchar lo que Dios quería comunicarme?

3º paso: ¿Con qué sentimientos terminé la oración? Utiliza palabras que lo definan: paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad...

4º paso: ¿He visto algo con claridad? ¿Alguna idea ha cobrado fuerza dentro de mi?

5º paso: ¿A qué me he sentido animado? ¿Qué invitación me hace Jesús?

6º Paso: ¿Que medio voy a utilizar para responder a esa invitación?

7º paso: termino agradeciéndole a Dios este encuentro y le pido que me ayude a poner por obra lo que el me ha mostrado. Rezo un Padre Nuestro.

8º paso: escribo brevemente lo más resaltante.

¿Cómo vivimos nuestra fe en la vida eterna?

¿Que cosas o situaciones no nos dejan pensar en la vida que Jesús nos trae, atándonos a un “materialismo” practico?

Zaqueo - Domingo 31 de octubre

La Preparación


Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Evangelio según San Lucas 19, 1-10

1 Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. 2 Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. 3 Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. 4 Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. 5 Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». 6 Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». 8 Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más». 9 Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, 10 porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».



Me imagino el lugar…

Pido al Señor… lo que quiero

Conocimiento interno del Señor para que más lo ame y más lo siga.

Para mi contemplación

En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña hoy que el Padre–Dios no deja de ser el mismo, siempre compasivo perdonador, amigo de la vida, siempre saliendo al encuentro de sus hijos y construyendo con ellos una relación nueva de amor. Las lecturas de este domingo son una preciosa descripción de este comportamiento de Dios con la persona humana. Nos dicen que Dios ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas las cosas.

El episodio de la conversión de Zaqueo se encuentra en el itinerario o “camino” de Jesús hacia Jerusalén y sólo lo encontramos narrado por el evangelio de Lucas. En él pone de manifiesto el evangelista, una vez más, algunas de las características más destacadas de su teología: la misericordia de Dios hacia los pecadores, la necesidad del arrepentimiento, la exigencia de renunciar a los bienes, el interés de Jesús por rescatar lo que está “perdido”. Este evangelio es una ocasión excelente para recordar que éstos son los temas que se destacan en el material particular de la tradición lucana y que resaltan la predilección de Jesús por los pobres, marginados y excluidos.

El relato nos muestra la pedagogía de Dios, en la persona de Jesús, hacia aquellos que actúan mal. Dios es paciente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca la vida y la reconciliación. En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”, y buscando ésta, su auténtica gloria, sale hacia el pecador y lo corrige, le brinda su amor y lo salva.

Muy seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente, Jesús y sus coetáneos creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente. Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento; para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la liberación total de lo que oprime al ser humano.

Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.

La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo, sin miedos y sin restricciones. Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.

No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. No se lo neguemos, no se lo impidamos. El Señor nos propone unirnos a El, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Esta misma experiencia es la de muchos otros testigos de Jesús que, mirados por El, se convirtieron, renació su dignidad, y recuperaron la vida.

Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que El se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que El pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón. No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras mentiras, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro... No dudemos, Jesús nos dará la fuerza de su perdón. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. El ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.

Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, es uno de los pobres, y comparte con ellos su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero «sí excluye el modo de vida de los ricos», exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona (¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa de los pobres!). Lo que excluye es la forma de vida de los ricos, la opresión y la injusticia.

Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder proclamar con nuestras palabra y nuestras vidas que Jesús es el enviado del Padre.

Termino rezando un Padre Nuestro o alguna otra oración.

EXÁMEN DE LA ORACIÓN:

1º paso: Pídele a Dios

– memoria para recordar los regalos que Dios te ha dado en esta oración

– entendimiento para comprender su significado

– voluntad para realizar el deseo que me ha manifestado

2º paso: Reviso si he puesto los medios para que me vaya bien en la oración

– ¿Me hice consciente de que iba a hablar con Dios y me preparé para el encuentro?

– ¿Tomé un tiempo para serenarme antes de dar comienzo a la oración?

– ¿Hice momentos de silencio para ponerme en su presencia y disponerme a escuchar lo que Dios quería comunicarme?

3º paso: ¿Con qué sentimientos terminé la oración? Utiliza palabras que lo definan: paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad...

4º paso: ¿He visto algo con claridad? ¿Alguna idea ha cobrado fuerza dentro de mi?

5º paso: ¿A qué me he sentido animado? ¿Qué invitación me hace Jesús?

6º Paso: ¿Que medio voy a utilizar para responder a esa invitación?

7º paso: termino agradeciéndole a Dios este encuentro y le pido que me ayude a poner por obra lo que el me ha mostrado. Rezo un Padre Nuestro.

8º paso: escribo brevemente lo más resaltante.



¿Cómo experimento en mi vida la misericordia de Dios? ¿Qué significa convertirse?

- Nuestra vida, ¿está llena de aquella compasión y amistad que nos hace llorar con quien llora y compartir la alegría del que se siente gozoso, o bien se limita simplemente a “solucionar problemas”?

Los que se tenían por justos - Domingo 24 de octubre

La Preparación


Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Evangelio según San Lucas 18, 9-14

Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: «Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba en voz baja: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».

Me imagino el lugar…

Nos imaginamos el lugar donde Jesús solia hablar a la gente, seguramente es una plaza o la entrada del templo. Un lugar amplio y abierto, porque así hablaba Jesús.

Pido al Señor… lo que quiero

Conocimiento interno del Señor para que más lo ame y más lo siga.

LA CONTEMPLACION EN TRES PASOS

La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.

Ella se acerca al misterio desde una tripe perspectiva: Viendo a los personajes, escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen, para sacar algún provecho.

1° Momento: veo a los personajes de la escena

Vemos a los personajes, por un lado un fariseo que se tenía por justo... esta persona hacia todo lo que tenía que hacer, su vida seguía al pie de la letra las reglas y las normas y estaba orgullosa por eso.

Este fariseo es auto-suficiente, se consideraba de “los buenos” y se atribuía a si mismo el merito de su santidad.

Por otro lado vemos al publicano, un hombre que tiene conciencia de si mismo, su conocimiento de si mismo era tal que veía la “fealdad y la malicia de sus pecados” que lo hacían indigno de acercarse a Dios para pedirle algo.

Reflexiono en mi...


2° Momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escuchamos a los personajes:

Por un lado el Fariseo … Te doy gracias pero es falsa su acción de Gracias porque no agradece a Dios el ser bueno, sino el no ser como los demás. Es triste la situación de este fariseo, pues no encuentra en si mismo una buena razón para dar gracias.

Lo escuchamos “pasándole factura a Dios” ayuno dos veces por semana, pago el diezmo. Para este fariseo “Dios es un empleado en un mostrador, da para recibir”. Si él, por sus propios méritos, ha llegado a ser tan bueno, Dios no tiene más remedio que pagarle por su esfuerzo. Quiere convertir a Dios en su deudor.

Escuchamos al publicano decir desde el fondo del templo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”

Él reconoce su límite y su pecado y esto le devuelve la alegría de la salvación.

El publicano regresa a su casa con el perdón de Dios porque fue capaz de dejar que Dios viese su corazón; el fariseo se fue a su casa sin nada porque solo supo mostrarle a Dios que su corazón era como las tabla de la ley, de piedra.

Reflexionamos en nosotros mismo para sacar algún provecho.



3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos de vuelta la escena...

Hay dos actitudes, la del fariseo que está de pie... el quiere tratar a Dios de igual a igual... pero en realidad esta de pie delante de Dios como quien comercia y quiere sacar una ventaja... porque esa es la actitud del astuto comerciante, aprovechar cualquier situación para lucrar.

Vemos al fariseo, que no se animaba a levantar los ojos...y se golpeaba el pecho... porque en el fondo quería estar delante de Dios de pie, pero su límite y su pecado no lo dejaban.

Vemos cómo el publicano se fue erguido, porque acepto la ayuda, porque se supo limitado; en cambio el Fariseo se fue igual o peor que antes, porque para el, su Dios, su salvación era el mismo.

Reflexionamos para sacar algún provecho.

Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder proclamar con nuestras palabra y nuestras vidas que Jesús es el enviado del Padre.

Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.



EXÁMEN DE LA ORACIÓN:

1º paso: Pídele a Dios

– memoria para recordar los regalos que Dios te ha dado en esta oración

– entendimiento para comprender su significado

– voluntad para realizar el deseo que me ha manifestado

2º paso: Reviso si he puesto los medios para que me vaya bien en la oración

– ¿Me hice consciente de que iba a hablar con Dios y me preparé para el encuentro?

– ¿Tomé un tiempo para serenarme antes de dar comienzo a la oración?

– ¿Hice momentos de silencio para ponerme en su presencia y disponerme a escuchar lo que Dios quería comunicarme?

3º paso: ¿Con qué sentimientos terminé la oración? Utiliza palabras que lo definan: paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad...

4º paso: ¿He visto algo con claridad? ¿Alguna idea ha cobrado fuerza dentro de mi?

5º paso: ¿A qué me he sentido animado? ¿Qué invitación me hace Jesús?

6º Paso: ¿Que medio voy a utilizar para responder a esa invitación?

7º paso: termino agradeciéndole a Dios este encuentro y le pido que me ayude a poner por obra lo que el me ha mostrado. Rezo un Padre Nuestro.

8º paso: escribo brevemente lo más resaltante.





Para el grupo

1.- ¿Cómo es mi manera de tratar con Dios?

2.- Cuando hago oración ¿Me creo mejor que los demás?

3.- ¿Abro mi corazón al amor gratuito de Dios?