miércoles, 21 de abril de 2010

Yo soy el Buen Pastor


La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a Él con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo los textos

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10,27-30


Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen; yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrancará de mi mano.
Mi Padre que me las ha dado es más que todos
y nadie puede arrancar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos uno.


Salmos 23

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por senderos de justicia como pide su título. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo: tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan. Me pones delante una mesa frente a mis enemigos; me unges con perfume la cabeza, y mi copa rebosa. Tu bondad y lealtad me escoltan todos los días de mi vida; y habitaré en la casa del Señor por días sin término.


Me imagino el lugar…

Una pradera verde, un Pastor y un rebaño de ovejas. Al Señor con que con brazo firme cuida de sus corderos y ahuyenta toda amenaza



Pido al Señor… lo que quiero

Señor que pueda experimentar la alegría de saberme y sentirme en tus manos.


Padre, me pongo en tus manos.

Haz de mí lo que quieras.

Sea lo que sea te doy gracias.

Estoy dispuesto a todo.

Lo acepto todo,

con tal de que tu voluntad

se cumpla en mí

y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te encomiendo mi alma,

te la entrego con todo el amor

de que soy capaz,

porque te amo y necesito darme,

ponerme en tus manos sin medida,

con infinita confianza,

porque tú eres mi Padre.






1° Momento: Veo a los personajes de la escena


Y a mí: ¿Qué me dice esto que veo? ¿Cómo se relaciona con mi vida?


2º Momento: Escucho lo que dicen o hablan las personas.



Y esto que he escuchado qué tiene ¿Que ver con mi vida?


3º Momento: Miro lo que hacen…



Y nosotros… ¿cómo vivimos la resurrección?… Ahora es tiempo de sacar provecho de todo lo contemplado


Hablo con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre, el dueño del Campo… o con Jesús el viñador presentándole lo que ha surgido de la contemplación.

Hablo con El de corazón a corazón, de amigo a amigo… Me despido con reverencia, le doy gracias por éste encuentro.


Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.



EXÁMEN DE LA ORACIÓ N: Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?


PARA COMPARTIR EN GRUPO:


[ Para los grupos nuevos] Nos presentamos: edad, lugar de donde soy, lugar donde vivo actualmente, ¿Estudio? ,¿Dónde? ¿En qué año? ¿Trabajo? ¿En qué? Actualmente ¿hago algún apostolado o actividad?

[ Para los grupos ya formados] Breve presentación: ¿cómo he vivido mi vida resucitada esta semana?


2.- En nuestras vidas hemos tenido momentos en los que nos hemos perdido, ¿Cómo nos hemos sentido en esos momentos? Podrías compartir alguno.[Desolación]


3.- ¿Podrías compartir una experiencia de haberte sentido parte del redil del Señor?


lunes, 19 de abril de 2010

Tiberiades contra toda esperanza


13 de Abril- Tiberíades contra toda esperanza

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Te proponemos para meditar el evangelio del próximo domingo, Evangelio de San Juan, capítulo 21, desde el versículo 1 hasta el versículo 14 inclusive


Aparición junto al mar de Tiberíades

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.

Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.

Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.

El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.

Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.

Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.

Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

Me imagino el lugar…

Aquí será ver con la vista imaginativa el lago de Tiberiades, sus pequeños puertos, sus embarcaciones, sus riveras y playas.

Pido al Señor… lo que quiero

Señor que podamos experimentar tu presencia resucitada y reconocerte, para más amarte y seguirte.


La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.

Ella contempla el misterio desde una triple perspectiva: Viendo a los personajes , escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen ,

para sacar algún provecho.


1° Momento: Veo a los personajes de la escena

Miremos primero a los apóstoles, después de la resurrección vuelven a su antiguo trabajo. ¿Qué les pasa por adentro? ¿Por qué parece que vuelven atrás? ¿Acaso no se encontraron con el resucitado?

Para los apóstoles es más fácil creer en el resucitado cuando se les aparece cuando están cerradas las puertas... pero parece que la rutina de la vida cotidiana les hace olvidar la alegría de la resurrección.


Ellos viven una tristeza de fondo, que Jesús haya resucitado… parece que no les alcanza.

Afinamos nuestra mirada y nos centramos, que se lanza al mar con lo que tiene puesto... no le importa, su corazón esta tan lleno de alegría que lo demás es relativo... y ¿para qué? Solo para estar con él; para compartir con él la vida.

Tratamos de meternos dentro del corazón de los apóstoles alrededor del fuego: ¿Qué están viviendo por dentro? Seguramente sienten que, ese pequeño fueguito que está encendiendo otro fuego mucho más grande.

Nos centramos en la manera que tiene Jesús recibir a sus apóstoles…


Y a mí: ¿Qué me dice esto que veo? ¿Cómo se relaciona con mi vida?


2º Momento: Escucho lo que dicen o hablan las personas.

Prestamos atención en lo que tal vez hablaban los discípulos de Jesús en la barca mientras estaban pescando, la falta de peces, pero la falta de alegría tal vez hacían de su conversaciones, diálogos tristes.

Escuchamos a Juan que le dice a Pedro: Es el Señor. Qué alegría en estas palabras. Solo las palabras llenas de alegría, llenas de la consolación de Dios son capaces de hacernos hacer lo imposible.

Escuchamos el silencio de los apóstoles, alrededor de Jesús… un silencio que lo llena todo, porque hay momentos que lo más importante no son las palabras sino la presencia


Y esto que he escuchado qué tiene ¿Que ver con mi vida?


3º Momento: Miro lo que hacen…

Miramos lo que hacen los apóstoles… regresan a sus antiguos trabajos ¿Qué les pasó? ¿Acaso se olvidaron de las palabras de Jesús y ya con las manos en el arado volvieron la vista atrás?

Miramos el cambio que se produje en ellos, con la presencia de Jesús resucitado en medio de Sus vidas…

Miramos qué hace Jesús… es significativo que en esta escena no habla mucho, sino sobre todo los sirve… porque estar resucitado lo pone al servicio de quienes más ama.



Y nosotros… ¿cómo vivimos la resurrección?… Ahora es tiempo de sacar provecho de todo lo contemplado


Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre, el dueño del Campo… o con Jesús el viñador presentándole lo que ha surgido de la contemplación.

Hablo con El de corazón a corazón, de amigo a amigo… Me despido con reverencia, le doy gracias por éste encuentro.


Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.



EXÁMEN DE LA ORACIÓN: Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?


PARA COMPARTIR EN GRUPO:


[ Para los grupos nuevos] Nos presentamos: edad, lugar de donde soy, lugar donde vivo actualmente, ¿Estudio? ,¿Dónde? ¿En qué año? ¿Trabajo? ¿En qué? Actualmente ¿hago algún apostolado o actividad?

[ Para los grupos ya formados] Breve presentación: ¿cómo he vivido mi vida resucitada esta semana?


2.- En nuestras vidas hemos tenido momentos como el de los apóstoles, donde estábamos en la tristeza y con la gracia del Señor pasamos a vivir la alegría. Podrías compartir alguno.


3.- Después de haber escuchado a tu grupo, cómo podrías “ caracterizar” la presencia y la acción del resucitado?



La Paz esté con ustedes


6 de Abril del 2010

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Evangelio según san Juan 20, 19-31:   

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»   Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
 Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»
 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «íHemos visto al Señor!»   El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «íLa paz esté con ustedes!»    Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
 Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»   Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»   Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. 

Hch  5, 12-16 : Crecía el número de los creyentes

Salmo 117 : Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19 : Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos

Jn 20, 19-31 : Felices los que crean sin haber visto.)


Me imagino el lugar…

El libro de los Hechos, el Apocalipsis y el evangelio de Juan se escribieron casi por la misma época. La Iglesia de Jesús, formada por muchas y diferentes comunidades, estaba recogiendo las diversas tradiciones sobre Jesús histórico y cada comunidad las reelaboraba y contaba de acuerdo a las nuevas situaciones que estaban viviendo. Era tiempos de grandes conflictos con el imperio romano y con los fariseos de Yamnia, el único grupo oficial judío que había sobrevivido a la destrucción del templo el año 70. Las Iglesias estaban descubriendo su propia identidad y Pedro (que por este tiempo ya había sido martirizado en Roma) ya era reconocido como autoridad dentro y fuera de la Iglesia. Con textos de estos tres libros la liturgia de hoy nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre el fundamento de nuestra fe.


Pido al Señor… lo que quiero

Señor que podamos alegrarnos con la alegría de Cristo resucitado.


Veo a los personajes de la escena, escucho lo que dicen o hablan las personas, miro lo que hacen…

  Así como en nuestras rutas necesitamos señales que nos indiquen las curvas, los puentes, los caminos estrechos, también en el camino de la Iglesia necesitamos esas señales que nos indican si andamos en la buena ruta o no. Las señales son las mismas de siempre: la práctica liberadora de Jesús, su opción por los/as más necesitados y su trabajo por la vida. Comenzando por la buena sombra de Pedro que curaba a los enfermos, vemos cómo, en medio de conflictos, las primeras comunidades repetían la práctica liberadora de Jesús. También el Apocalipsis nos invita a mirar al Hijo del Hombre, centro de la vida de la Iglesia.

  El evangelio de Juan nos traslada a un día como hoy, ocho días después de la pascua.

  Jesús entra y se coloca en medio de la comunidad. Sopla sobre ellos/as y les da el Espíritu Santo. Para la Comunidad de Juan, la Pascua de Resurrección y Pentecostés acontecieron el mismo día en que Jesús resucitó. (Para Lucas que tiene otra teología, y que tal vez por razones catequéticas es la única que recogió la Iglesia, hay que esperar 50 días para Pentecostés). Y en esta Pascua-Pentecostés toda la comunidad de discípulos y discípulas recibe la autoridad para perdonar los pecados. Esto corresponde a la tradición que también Mateo ha conservado en su evangelio (Mt 18,18) y que luego la Iglesia, en su proceso de clericalización fue perdiendo, pero que sí recuperaron las Iglesias Evangélicas.

 

En la segunda parte de este evangelio nos encontramos con el diálogo de Jesús y Tomás. Ojos que no ven corazón que no siente, dice el refrán. Cuentan que cuando July Gagarin, el astronauta ruso regresó de aquel primer paseo a las estrellas, dijo: “Anduve por el cielo y no he visto a Dios”. Pobre July tan parecido a Tomás, que podría llamarse su mellizo.

  Es que fuera de la comunidad no se ve a Jesús, ni en el cielo ni en la tierra. Es en la comunidad donde se percibe la presencia del Señor. Es allí donde se realiza el seguimiento de Jesús. La comunidad no es optativa. Es parte esencial del mensaje cristiano, lo mismo que la opción por los pobres. En las Comunidades Eclesiales de Base tenemos experiencias que se asemejan a las que vivían las primeras comunidades. Evaluamos el camino volviendo siempre a la práctica liberadora de Jesús y sus opciones; experimentamos en la lucha por la vida la fuerza de la Pascua-Pentecostés y también tenemos la experiencia del perdón en la comunidad. ¿Por qué retacear el perdón cuando la alegría de Dios es perdonar, sanar y salvar? Cuando Jesús no está en el centro se pierde parte de su mensaje liberador impidiendo la novedad que brota de su Espíritu.

Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre, el dueño del Campo… o con Jesús el viñador presentándole lo que ha surgido de la contemplación.

Hablo con El de corazón a corazón, de amigo a amigo… Me despido con reverencia, le doy gracias por éste encuentro.


Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

EXÁMEN DE LA ORACIÓN: Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?



PARA COMPARTIR EN GRUPO:


Para la revisión de vida: -Dichosos los que sin ver han creído. ¿Cuáles son los fundamentos de mi fe? ¿Por qué creo? ¿Es mi fe una fe que no se apoya en argumentos racionales? -Paz a vosotros. ¿Tengo paz, paz profunda, shalom ?

 

Para la reunión de grupo: - ¿Cuáles serían las principales dificultades que la fe, el creer, las creencias... comportan hoy en el ámbito de la nueva «sociedad del conocimiento» que adviene? Cómo puedo transmitir hoy la alegría de mi fe, la alegría de la resurrección?

 

Oración comunitaria: Dios de misericordia infinita que reanimas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas pascuales: acrecienta en nosotros los dones de tu gracia para que comprendamos mejor que eres verdaderamente Padre y dador de Vida, que nos has encomendado acoger y acrecentar la vida, y que la Vida finalmente triunfará. Por J.N.S.



Domingo de Ramos


La Preparación

Un lugar, una postura…

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Te proponemos para meditar el evangelio del próximo domingo, Evangelio de San Lucas, capítulo 22, desde el versículo 7 hasta el versículo 23 inclusive


Llegó el día de la fiesta de los Panes sin Levadura, en que se debía sacrificar el cordero de Pascua. Entonces Jesús, envió a Pedro y a Juan diciéndoles: «Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de Pascua.» Le preguntaron: «¿Dónde quieres que la preparemos?» Jesús les contestó: «Cuando entren en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre que lleva un jarro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre, y digan al dueño de la casa: “El Maestro manda a decirte: ¿Dónde está la pieza en la que comeré la Pascua con mis discípulos?” El les mostrará una sala grande y amueblada en el piso superior. Preparen allí lo necesario.»
Se fueron, pues, hallaron todo tal como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: «Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer. Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios.»
Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. (Hagan esto en memoria mía.» Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes»). Sepan que la mano del que me traiciona está aquí conmigo sobre la mesa. El Hijo del Hombre se va por el camino trazado desde antes, pero ¡pobre del hombre que lo entrega!» Entonces empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos iba a hacer tal cosa.”

Me imagino el lugar…

Puedo imaginarme cómo el lugar de la última cena, ese cuarto donde se debatió la historia, las fidelidades y las traiciones… si era ancho, alto o bajo, las puertas, las ventanas, etc…

Pido al Señor… lo que quiero

Señor que podamos descubrir lo tus sentimientos más profundos en este momento y pueda hacerlos míos.

La contemplación en tres pasos.


La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.

Ella contempla el misterio desde una triple perspectiva: Viendo a los personajes , escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen , para sacar algún provecho.

1° Momento: Veo a los personajes de la escena

Nuestra mirada se concentrará en el momento de la cena. Miramos a los comensales, ellos perciben que algo importante está pasando… es el mismo Jesús que anticipa su entrega en la cruz con la consagración del pan y del vino; pero también se respira en el aire un clima de tensión, hay olor a fidelidades y traiciones.

Vemos a Jesús, sentado a la mesa con sus discípulos… que le está pasando por el corazón… los sentimientos son encontrados; alegría por la mesa compartida… tristeza por lo que le espera… decepción por la traición…

Nos adentramos al misterio de Jesús, al deseo de su corazón y podemos preguntarnos ¿Por qué hace esto? ¿Por qué come con sus discípulos la “ultima cena”? ¿Cuáles son sus motivos más profundos?

La pasión de Cristo, aquella que está por sufrir se funda en una pasión vivida desde siempre: el proyecto del padre.


Y a mí: ¿Qué me dice esto que veo? ¿Cómo se relaciona con mi vida?

2º Momento: Escucho lo que dicen o hablan las personas.

Escucho lo que hablan los personajes. Seguramente como toda comida familiar, está llena de conversaciones cruzadas. Imaginemos que hablan los discípulos entre ellos.

Prestamos atención a lo que dice Jesús: Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer. Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios .

Jesús tiene un deseo tan grande que lo quema por dentro. Algunos biblistas traducen la misma frase así: he deseado ardientemente

Hay en nuestras vidas deseos y deseos. Son ellos, muchas veces, el motor de nuestras acciones. Lo mismo en Jesús.

Podemos repasar los deseos de Jesús cuando curaba a un enfermo, o cuando recibía a los niños, o mejor cuando perdonaba a un pecador. Jesús era un apasionado, por eso algunas veces lo llaman exaltado.

Dejamos que los deseos de Jesús empapen nuestro corazón.


Me pregunto: ¿Cuáles son mis deseos? ¿Tienen ellos la fuerza como para fundar nuestras vidas?

3º Momento: Miro lo que hacen…

Fijamos nuestra atención en lo que sucede en esa última cena. Todos sentados alrededor del Pan y del vino, en un momento Jesús declara su deseo más profundo: celebrar esa pascua con ellos. ¿Qué habrá hecho cada uno de ellos? ¿Cómo habrá reaccionado Pedro, Juan y hasta el mismo Judas?

Miramos a Jesús tomar el Pan y bendecirlo… tomando la copa y pronunciando la plegaria de bendición… es un gesto habitual pero tiene algo de distinto y novedoso…

Ante el anuncio de la traición se produce un gran revuelo… vemos la inquietud en todos… ¿Qué se movió en el interior de cada uno de ellos? … tratamos de meternos en la escena y nos dejamos interrogar por esa visión.


¿Qué se mueve en nuestro interior? ¿Cómo no colocamos nosotros cada vez que se pronuncian sobre el pan y el vino la plegaria de bendición?


Hablo con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre, preguntándole cómo hacer para tener un deseo tan grande como el de Jesús. O me puedo dirigir a Jesús para pedirle fuerzas para ser fiel al proyecto del Padre o presentándole lo que ha surgido de la contemplación.

Hablo con El de corazón a corazón, de amigo a amigo… Me despido con reverencia, le doy gracias por éste encuentro.


Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.


EXÁMEN DE LA ORACIÓN: Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?



PARA COMPARTIR EN GRUPO:


Para los nuevos: Nos presentamos: edad, lugar de donde soy, lugar donde vivo actualmente, ¿Estudio? ,¿Dónde? ¿En qué año? ¿Trabajo? ¿En qué? Actualmente ¿hago algún apostolado o actividad?


2.- Para compartir en el grupo: ¿Cuáles son nuestros deseos? ¿Cuáles son las motivaciones que no llevan a hacer lo que hacemos?


3.- ¿Cómo hacemos para “ tener los mismos sentimientos de Jesús”?.