lunes, 19 de abril de 2010

Domingo de Ramos


La Preparación

Un lugar, una postura…

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Te proponemos para meditar el evangelio del próximo domingo, Evangelio de San Lucas, capítulo 22, desde el versículo 7 hasta el versículo 23 inclusive


Llegó el día de la fiesta de los Panes sin Levadura, en que se debía sacrificar el cordero de Pascua. Entonces Jesús, envió a Pedro y a Juan diciéndoles: «Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de Pascua.» Le preguntaron: «¿Dónde quieres que la preparemos?» Jesús les contestó: «Cuando entren en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre que lleva un jarro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre, y digan al dueño de la casa: “El Maestro manda a decirte: ¿Dónde está la pieza en la que comeré la Pascua con mis discípulos?” El les mostrará una sala grande y amueblada en el piso superior. Preparen allí lo necesario.»
Se fueron, pues, hallaron todo tal como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: «Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer. Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios.»
Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. (Hagan esto en memoria mía.» Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes»). Sepan que la mano del que me traiciona está aquí conmigo sobre la mesa. El Hijo del Hombre se va por el camino trazado desde antes, pero ¡pobre del hombre que lo entrega!» Entonces empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos iba a hacer tal cosa.”

Me imagino el lugar…

Puedo imaginarme cómo el lugar de la última cena, ese cuarto donde se debatió la historia, las fidelidades y las traiciones… si era ancho, alto o bajo, las puertas, las ventanas, etc…

Pido al Señor… lo que quiero

Señor que podamos descubrir lo tus sentimientos más profundos en este momento y pueda hacerlos míos.

La contemplación en tres pasos.


La oración Ignaciana es esencialmente contemplación.

Ella contempla el misterio desde una triple perspectiva: Viendo a los personajes , escuchando lo que ellos hablan y mirando lo que hacen , para sacar algún provecho.

1° Momento: Veo a los personajes de la escena

Nuestra mirada se concentrará en el momento de la cena. Miramos a los comensales, ellos perciben que algo importante está pasando… es el mismo Jesús que anticipa su entrega en la cruz con la consagración del pan y del vino; pero también se respira en el aire un clima de tensión, hay olor a fidelidades y traiciones.

Vemos a Jesús, sentado a la mesa con sus discípulos… que le está pasando por el corazón… los sentimientos son encontrados; alegría por la mesa compartida… tristeza por lo que le espera… decepción por la traición…

Nos adentramos al misterio de Jesús, al deseo de su corazón y podemos preguntarnos ¿Por qué hace esto? ¿Por qué come con sus discípulos la “ultima cena”? ¿Cuáles son sus motivos más profundos?

La pasión de Cristo, aquella que está por sufrir se funda en una pasión vivida desde siempre: el proyecto del padre.


Y a mí: ¿Qué me dice esto que veo? ¿Cómo se relaciona con mi vida?

2º Momento: Escucho lo que dicen o hablan las personas.

Escucho lo que hablan los personajes. Seguramente como toda comida familiar, está llena de conversaciones cruzadas. Imaginemos que hablan los discípulos entre ellos.

Prestamos atención a lo que dice Jesús: Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer. Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios .

Jesús tiene un deseo tan grande que lo quema por dentro. Algunos biblistas traducen la misma frase así: he deseado ardientemente

Hay en nuestras vidas deseos y deseos. Son ellos, muchas veces, el motor de nuestras acciones. Lo mismo en Jesús.

Podemos repasar los deseos de Jesús cuando curaba a un enfermo, o cuando recibía a los niños, o mejor cuando perdonaba a un pecador. Jesús era un apasionado, por eso algunas veces lo llaman exaltado.

Dejamos que los deseos de Jesús empapen nuestro corazón.


Me pregunto: ¿Cuáles son mis deseos? ¿Tienen ellos la fuerza como para fundar nuestras vidas?

3º Momento: Miro lo que hacen…

Fijamos nuestra atención en lo que sucede en esa última cena. Todos sentados alrededor del Pan y del vino, en un momento Jesús declara su deseo más profundo: celebrar esa pascua con ellos. ¿Qué habrá hecho cada uno de ellos? ¿Cómo habrá reaccionado Pedro, Juan y hasta el mismo Judas?

Miramos a Jesús tomar el Pan y bendecirlo… tomando la copa y pronunciando la plegaria de bendición… es un gesto habitual pero tiene algo de distinto y novedoso…

Ante el anuncio de la traición se produce un gran revuelo… vemos la inquietud en todos… ¿Qué se movió en el interior de cada uno de ellos? … tratamos de meternos en la escena y nos dejamos interrogar por esa visión.


¿Qué se mueve en nuestro interior? ¿Cómo no colocamos nosotros cada vez que se pronuncian sobre el pan y el vino la plegaria de bendición?


Hablo con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre, preguntándole cómo hacer para tener un deseo tan grande como el de Jesús. O me puedo dirigir a Jesús para pedirle fuerzas para ser fiel al proyecto del Padre o presentándole lo que ha surgido de la contemplación.

Hablo con El de corazón a corazón, de amigo a amigo… Me despido con reverencia, le doy gracias por éste encuentro.


Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.


EXÁMEN DE LA ORACIÓN: Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?



PARA COMPARTIR EN GRUPO:


Para los nuevos: Nos presentamos: edad, lugar de donde soy, lugar donde vivo actualmente, ¿Estudio? ,¿Dónde? ¿En qué año? ¿Trabajo? ¿En qué? Actualmente ¿hago algún apostolado o actividad?


2.- Para compartir en el grupo: ¿Cuáles son nuestros deseos? ¿Cuáles son las motivaciones que no llevan a hacer lo que hacemos?


3.- ¿Cómo hacemos para “ tener los mismos sentimientos de Jesús”?.



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