martes, 24 de mayo de 2011

VI Domingo de Pascua - La promesa del Espíritu Santo


La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro… 
 

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar

Juan 14,15-21: La promesa del Espíritu Santo
Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".


Me imagino el lugar…
 
Contemplamos a Jesús en el lugar donde estaba reunido con sus discípulos, anunciándoles que su Padre enviará el Espíritu Santo.

Pido al Señor… lo que quiero 

Pedir gracia para alegrarme y gozarme intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor.

1° Momento: veo a los personajes de la escena

Reflexiono para sacar provecho

2° Momento: Escucho lo que hablan las personas.

Reflexiono para sacar provecho

3°Momento: Miro lo que hacen…


Reflexiono para sacar provecho

A quince días de que termine la cincuentena pascual, la Iglesia comienza a prepararnos para la gran celebración que la concluirá: la de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. La manifestación pública de la Iglesia. Podríamos decir que su inauguración. En la lectura del evangelio de San Juan, tomada de los discursos de despedida de Jesús que encontramos en los capítulos 13 a 17 de su evangelio, el Señor promete a sus discípulos el envío de un "Paráclito", un defensor o consolador, que no es otro que el Espíritu mismo de Dios, su fuerza y su energía, Espíritu de verdad porque procede de Dios que es la verdad en plenitud, no un concepto, ni una fórmula, sino el mismo Ser Divino que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que conduce la historia humana a su plenitud.
Los grandes personajes de la historia permanecen en el recuerdo agradecido de quienes les sobreviven, tal vez en las consecuencias benéficas de sus obras a favor de la humanidad. Cristo permanece en su Iglesia de una manera personal y efectiva: por medio del Espíritu divino que envía sobre los apóstoles y que no deja de alentar a los cristianos a lo largo de los siglos. Por eso puede decirles que no los dejará solos, que volverá con ellos, que por el Espíritu establecerá una comunión de amor entre el Padre, los fieles y El mismo.
El «mundo» (en el lenguaje de Juan) no puede recibir el Espíritu divino. El mundo de la injusticia, de la opresión contra los pobres, de la idolatría del dinero y del poder, de las vanidades de las que tanto nos enorgullecemos a veces los humanos. En ese mundo no puede tener parte Dios, porque Dios es amor, solidaridad, justicia, paz y fraternidad. El Espíritu alienta en quienes se comprometen con estos valores,esos son los discípulos de Jesús.
Esta presencia del Señor resucitado en su comunidad ha de manifestarse en un compromiso efectivo, en una alianza firme, en el cumplimiento de sus mandatos por parte de los discípulos, única forma de hacer efectivo y real el amor que se dice profesar al Señor. No es un regreso al legalismo judío, ni mucho menos. En el evangelio de San Juan ya sabemos que los mandamientos de Jesús se reducen a uno solo, el del amor: amor a Dios, amor entre los hermanos. Amor que se ha de mostrar creativo, operativo, salvífico.
Para la revisión de vida
Con frecuencia entendemos el amor que nuestra fe nos pide como una cuestión de sentimientos; pero, de ser así, ¿cómo entender el amor al enemigo, que nos pide Jesús? El amor cristiano no es tanto un sentimiento del corazón como una actitud de vida ante el prójimo, sea amigo o enemigo. ¿Cómo muestro yo mi amor a Dios y al prójimo, con sentimentalismos o, como Él nos dice, cumpliendo su voluntad?; ¿vivo mi fe como un «asunto del corazón» o como un asunto de mi vida entera?; ¿recuerdo y vivo aquello de «obras son amores y no buenas razones»? 

 Hablo Con Dios
La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder vivir la vida que nos regala Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.


EXÁMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:
¿Cómo comencé a rezar?
¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?
¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)
¿Cómo termine?
¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

miércoles, 18 de mayo de 2011

La Pasion de Cristo - Yo Soy eL Camino la Verdad y la Vida

Domingo V de Pascua - El camino, la verdad y la vida


Oración preparatoria
Derrama, Señor, tu gracia para que todas nuestras intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu Divina Majestad. Gloria…


Lectura del Evangelio: Jn. 14, 1-12: “En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones”.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe su corazón. Crean en Dios: crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, se lo habría dicho; porque voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo estén también ustedes. Y adonde yo voy ustedes ya saben el camino.» Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto.» Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que les digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, créanlo por las obras. En verdad, en verdad les digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.


Para reflexionar

El texto forma parte del “discurso de despedida”. Jesús nos invita, con palabras de consuelo y esperanza, a no dejar sitio en nuestra vida a la inquietud ni a la tristeza. Nos anima a buscar la calma y la fuerza en la fe. Se olvida de sus problemas para reconfortar a sus amigos abrumados por la cercana despedida y por la decepción profunda que les produce lo que creen el fracaso del proyecto de Jesús, al que han dedicado su vida. Se va Jesús, pero antes enseña dónde va y por dónde va. El camino ya ha comenzado. Nos conduce a Casa, a la seguridad, la paz, la felicidad del encuentro definitivo con Jesús y con el Padre. La meta es estar donde está él.

Tomás confiesa su ignorancia de la meta y del camino a seguir. Jesús le responde a él y a todos nosotros: si crees que yo soy la verdad y la vida, puedes estar seguro de encontrar en mí el camino que conduce al Padre, hacia el que voy y en el que estoy. Él está ya donde nosotros queremos llegar. Nos urge a emprender la marcha y nos acompaña en el camino.

Alguien ha hecho el camino delante de nosotros. Conocemos las huellas a seguir. No vamos sin rumbo, sin horizonte, no estamos perdidos. Conocemos el sentido y la meta de nuestro caminar. En Jesús sabemos de dónde venimos y adónde vamos. Jesús nunca nos engañará. Siempre encontramos en Él la palabra auténtica, sincera. Él es la fuente de la vida. Ha venido para que tengamos y contagiemos vida en abundancia.

El Padre se ha manifestado en Jesús, de manera total y definitiva. La misericordia, la generosidad, la compasión, el amor y todos los sentimientos de Jesús, son los sentimientos del Padre. La comunión entre el Padre y el Hijo tiende a prolongarse en todos los creyentes, en toda la humanidad. La fe es camino, un camino con horizonte que conduce al Padre. La fe es no estancarse, es avanzar, renovarse, crecer, construir, compartir, vivir abiertos al futuro. “La fe es un movimiento que se adueña de la vida del ser humano y la convierte en una marcha permanente” (Blank).

Ser cristiano es creer en Jesús. Por encima de todo catecismo, fórmula, credo, ley, moral, rito...., lo realmente decisivo es el encuentro con Jesús. Ir descubriendo, por experiencia personal, la fuerza, la alegría, la luz, la libertad... que recibo de Él. Sentir desde la propia experiencia que Jesús es verdaderamente para mí el camino, la verdad y la vida. Sin embargo, ante mis dudas, mis deseos, mis preguntas.... ¿puede responderme Jesús lo mismo que a Felipe?: ¿Llevo tanto tiempo contigo y todavía no me conoces....?

Lo nuestro es creer en Jesús, fiarnos de Él. En Jesús conocemos al Padre (Abbá). En el modo de actuar de Jesús veo cómo actúa el Padre. ¿Por nuestra forma de actuar, podríamos atrevernos, personal y comunitariamente, a afirmar: "el que me ve a mí, ve a Jesús"?

Jesús vuelve a invitarnos a creer y nos revela nuestra nueva situación: vuelto al Padre proseguirá su obra a través de los creyentes. También nosotros debemos ser camino que facilite el tránsito por él hacia la casa del Padre. Camino especialmente abierto a quienes en este mundo tienen más dificultades en su caminar, los arrojados en las cunetas de la vida. Somos llamados a ser veraces y dar testimonio de la verdad. Esa verdad que hace personas libres y felices. Estamos invitados a dar la vida, a mostrar al Dios de la vida. A hacer que todo lo que en el mundo es camino, verdad y vida, se vaya transformando en quien es el Camino, la Verdad y la Vida.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Buen Pastor

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Jn 10, 1-10: Jesús el Buen Pastor

«Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz». Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió:

«Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.


Me imagino el lugar…

Seguramente la escena transcurre en un lugar amplio, espacioso y gracioso. La multitud que escucha a Jesús, y Jesús que se hace eco de su pueblo, su pequeño rebaño.

Pido al Señor… lo que quiero

Pedir gracia de conocer internamente a Jesús el Buen Pastor.

1° Momento: Veo a los personajes de la escena

Nos imaginamos a la multitud, varias veces el evangelio nos describe a esa multitud, hambrienta, deseosa de escuchar la palabra que les permite vivir y les da vida. Una multitud que son como ovejas sin pastor... Dios mismo llama a su pueblo “pequeño rebaño

Miramos a Jesús, nos metemos en su interioridad, él siente compasión... es capaz de padecer con ese pueblo, porque es capaz de compartir con él, sus angustias y sus esperanzas, sus alegrías y sus tristezas.

Reflexiono para sacar provecho


2° Momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escuchamos las palabras de Jesús... el que no entra por la puerta... advirtiendo a su pueblo acerca de cómo reconocer al pastor del ladrón.

Jesús le habla a su pueblo de cosas evidentes... es evidente que quién ingresa por otra parte que no sea la puerta tiene perversas intensiones. Y las malas intensiones del ladrón son robar, matar y destruir...

las ovejas escuchan su voz... le reconocen la voz por aquello que dice. Las palabras del Buen Pastor dan vida, y no cualquiera, sino que vida en abundancia.

Reflexiono para sacar provecho


3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos lo que hacen los personajes. La multitud escucha, no sólo oye.

Oye quien tiene oídos, escucha quien presta atención. ¿Por qué la multitud presta atención? Porqué reconoce que en esas palabras escuchadas, esta la fuente de la vida y dan vida.


Miramos lo que hace Jesús... el habla con su pueblo, dialoga con él. Le habla del Reino de Dios, les hace recordar que el rebaño de Dios tiene alguien que lo cuida.

Jesús no sólo dice palabras sino que siendo la palabra se hace carne en las expectativas de su pueblo.

Reflexiono para sacar provecho


Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder vivir la vida que nos regala. Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.


EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?



Para la reunión de grupo:

1 – Me presento.

2 – Comparto en el grupo qué experiencia tenemos de Jesús como Buen Pastor.

3.- Comparto en el grupo, alguna experiencia donde me he encontrado con personas que se han comportado como “buenos pastores”


martes, 3 de mayo de 2011

JUAN PABLO II

Te acercamos el link para ver el video sobre el Beato Juan Pablo II:

III Domingo de Pascua - Emaús

La Preparación


Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Lc 24, 13-35: Los discípulos de Emaús.

[2.1.] Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días?».

[2.2.] «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron».

[2.3.] Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?». Y comenzando por Moisés y con-tinuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.

[2.4] Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos habla-ba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Me imagino el lugar…

Contemplamos el camino desde Jerusalén hasta Emaús.

Pido al Señor… lo que quiero

Pedir gracia para alegrarme y gozarme intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor.

1° Momento: veo a los personajes de la escena

Nos imaginamos a estos dos discípulos que regresan de Jerusalén. Están totalmente abatidos y decepcionados. Aquel en quien habian puesto su confianza terminó su vida muriendo en la cruz. Seguramente ellos en vida tal tez fueron capaces de dar la vida por Jesús, pero ahora lo que viven es la hora del fracaso.

Vemos a Jesús, el se acerca, no invade, sino que escucha y se deja invitar a participar en la conversación, su presencia invita a seguir preguntándose por los acontecimientos y la historia... en cierta medida invita a los discípulos a ponerse en búsqueda.

Reflexiono para sacar provecho

2° Momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escucho el diálogo entre los discípulos de Emaús. El diálogo desde la decepción siempre tiene sabor amargo, cierra los horizontes de vida, cierra el camino de la esperanza.

Escuchamos a Jesús. Él pregunta pero no invade, se involucra sin generar violencia, por eso los discípulos comentan con él sus angustias y su desesperanza.

Escuchamos a Jesús explicándoles las escrituras... Los discípulos se dejan entusiasmar en su corazón, empiezan a alejar de sus vidas la desesperanza y comienzan a entender la historia... todo toma un sentido nuevo.

Reflexiono para sacar provecho

3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos lo que hacen los personajes. Los discípulos regresan a Emaús, casi como escapando de la decepción y del fracaso... caminan tristes...

Vemos que los discípulos dejan que Jesús camine a su lado.

Vemos a Jesús que escucha y camina, acompaña a sus amigos en las horas de oscuridad, pero además él mismo se convierte en luz que aleja toda oscuridad, alegría que disipa toda tristeza, en verdad que aclara toda duda.

Miramos a Jesús cómo comparte con sus discípulos el Pan, sólo en este gesto, los discípulos son capaces de reconocerlo; a los discípulos no les bastan las explicaciones, necesitan hacer experiencia... ellos dicen acaso no ardía nuestro corazón...

Reflexiono para sacar provecho


Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder vivir la vida que nos regala. Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.