martes, 3 de mayo de 2011

III Domingo de Pascua - Emaús

La Preparación


Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Lc 24, 13-35: Los discípulos de Emaús.

[2.1.] Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días?».

[2.2.] «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron».

[2.3.] Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?». Y comenzando por Moisés y con-tinuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.

[2.4] Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos habla-ba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Me imagino el lugar…

Contemplamos el camino desde Jerusalén hasta Emaús.

Pido al Señor… lo que quiero

Pedir gracia para alegrarme y gozarme intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor.

1° Momento: veo a los personajes de la escena

Nos imaginamos a estos dos discípulos que regresan de Jerusalén. Están totalmente abatidos y decepcionados. Aquel en quien habian puesto su confianza terminó su vida muriendo en la cruz. Seguramente ellos en vida tal tez fueron capaces de dar la vida por Jesús, pero ahora lo que viven es la hora del fracaso.

Vemos a Jesús, el se acerca, no invade, sino que escucha y se deja invitar a participar en la conversación, su presencia invita a seguir preguntándose por los acontecimientos y la historia... en cierta medida invita a los discípulos a ponerse en búsqueda.

Reflexiono para sacar provecho

2° Momento: Escucho lo que hablan las personas.

Escucho el diálogo entre los discípulos de Emaús. El diálogo desde la decepción siempre tiene sabor amargo, cierra los horizontes de vida, cierra el camino de la esperanza.

Escuchamos a Jesús. Él pregunta pero no invade, se involucra sin generar violencia, por eso los discípulos comentan con él sus angustias y su desesperanza.

Escuchamos a Jesús explicándoles las escrituras... Los discípulos se dejan entusiasmar en su corazón, empiezan a alejar de sus vidas la desesperanza y comienzan a entender la historia... todo toma un sentido nuevo.

Reflexiono para sacar provecho

3°Momento: Miro lo que hacen…

Miramos lo que hacen los personajes. Los discípulos regresan a Emaús, casi como escapando de la decepción y del fracaso... caminan tristes...

Vemos que los discípulos dejan que Jesús camine a su lado.

Vemos a Jesús que escucha y camina, acompaña a sus amigos en las horas de oscuridad, pero además él mismo se convierte en luz que aleja toda oscuridad, alegría que disipa toda tristeza, en verdad que aclara toda duda.

Miramos a Jesús cómo comparte con sus discípulos el Pan, sólo en este gesto, los discípulos son capaces de reconocerlo; a los discípulos no les bastan las explicaciones, necesitan hacer experiencia... ellos dicen acaso no ardía nuestro corazón...

Reflexiono para sacar provecho


Hablo Con Dios

La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder vivir la vida que nos regala. Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

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