viernes, 21 de octubre de 2011

No hacen lo que dicen

La Preparación                                                        
Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…
Presencia de Dios                                                    
Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.
Leo el texto                                                   Mt. 23, 1-12
[1] Entonces Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos: [2] «Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. [3] Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican. [4] Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas. [5] Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente, y los largos flecos de su manto. [6] Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas. [7] Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro. [8] Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. [9] No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo. [10] Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo. [11] El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. [12] Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto.

No hacen lo que dicen...

La enseñanza de Jesús se orienta en esta misma dirección y pone en jaque las pretensiones de tantas personas que preocupándose por la ortodoxia descuidan los principios elementales de la justicia.
La catequesis se ha preocupado durante largo tiempo por transmitir la doctrina correcta. Por esto, se hace énfasis en aprender los diez mandamientos, los sacramentos, los siete dones del Espíritu Santo y sus catorce frutos y otras muchas tradiciones. Este interés catequético es legitimo e incuestionable. Sin embargo, es necesario preguntar: ¿la
catequesis que se preocupa tanto por la «doctrina correcta», la llamada «ortodoxia», se preocupa igualmente por la práctica correcta, la llamada «ortopraxis»?
El evangelio de Mateo es directo y tajante. Nos pide aceptar la ortodoxia pero siempre y cuando esté basada y fundamentada en la ortopraxis, es decir, en la práctica de la justicia. Pues, anunciar las doctrinas correctas, que todo el mundo acepta, es muy fácil. Lo difícil es practicarlas. Por eso, urge más revisar nuestras prácticas catequéticas que los sistemas doctrinales.
Durante mucho tiempo nuestra catequesis se limitó, en gran parte, a memorizar preceptos, doctrinas y fórmulas. El evangelio nos pide que, sin olvidar todo esto, nos preocupemos de realizar lo que ellas proponen. Lo fundamental de toda la doctrina cristiana, contenida en el evangelio, es la práctica comunitaria de la caridad expresada en una exigencia irrevocable de justicia. La comunidad cristiana existe para enunciar buenas noticias a la humanidad. Se convierte ella misma en buena noticia cuando transforma las realidades de muerte en caminos hacia la vida en abundancia y no cuando se anuncia a sí misma.
Por esta razón, la catequesis no puede convertirse en una transmisión individual de contenidos religiosos, sino en una práctica pedagógica comunitaria. La comunidad sólo puede enseñar y aprender con el ejemplo y la participación de todos sus integrantes, sin distinción de sexo, edad u oficio ministerial. Pues, mientras se trate de practicar y enseñar la justicia nadie está eximido de ser catequista y nadie está excluido de ser catecúmeno.
Para la revisión de vida                                       
¿Merecería yo que se dijera de mí lo que Jesús dice de aquellos conciudadanos suyos: «Hagan ustedes lo que ellos dicen, pero no lo que hacen»?…
Creer lo que se dice. Predicar lo que se cree. Vivir lo que se es.
Para la reunión de grupo
- «No se dejen llamar maestros, ni padres ni jefes... el primero de ustedes, sea el servidor de todos»... Dejando aparte la aplicación literal de estas recomendaciones de Jesús, ¿qué presencia del afán de poder y de la incoherencia entre lo proclamado y lo vivido vemos en nuestra vida como Iglesia institucional, y en las estructuras eclesiásticas concretamente? Ejemplos y consideraciones.
- «Trabajábamos de noche y de día para no ser una carga para ninguno de ustedes». Es el tema de la economía en la evangelización, y en la Iglesia. Sin dinero, no se pueden hacer la mayor parte de las obras que se hacen en la Iglesia, en la vida de la comunidad cristiana, en la parroquia, en la evangelización. Pero si se introducen los salarios, el dinero puede acabar mercantilizando hasta lo más puro de la fe… ¿Será mejor hacer menos cosas en la Iglesia, pero que sean gratuitas, o que una Iglesia funcione muy bien, aunque todos los que trabajan en la Iglesia lo hagan por un salario?
Para la oración de los fieles
- Para que la Iglesia reinen siempre la unidad, la caridad mutua, el servicio de unos a otros, el estar siempre a disposición de los que nos necesiten. Oremos.
- Para que todas las personas y naciones de la tierra puedan servir a Dios en la paz, en la justicia y en la prosperidad. Oremos.
- Para que todas las personas que sufren en su cuerpo o en su espíritu encuentren esperanza en el amor de Dios Padre y consuelo en la solidaridad de los hermanos. Oremos.
- Para que conozcamos cada día más y mejor la Palabra de Dios y ella nos vaya renovando y transformando. Oremos.
- Para que todos los gobernantes sean conscientes de su condición de servidores del pueblo y cesen los autoritarismos, las dictaduras y las oligarquías. Oremos.
Oración comunitaria                                                
Dios, Padre nuestro, haz que nuestro corazón esté cada día más abierto a tu Palabra, para que nuestra vida sea cada vez más conforme a lo que Tú nos dices, y así caminemos siguiendo tus pasos y vayamos construyendo, con tu ayuda, tu Reino entre nosotros, hasta el día en que Tú nos lo regales en toda su plenitud. Por Jesucristo.
El Examen de la Oración                                         
En la dinámica de los Ejercicios Espirituales San Ignacio insiste mucho en el examen como una de las operaciones importantes en orden a lograr el fin de la experiencia que es ordenar la vida (buscar y hallar la voluntad de Dios)
En los Ejercicios presenta tres exámenes:
El GENERAL que sirve para mirar el conjunto del día y descubrir las llamadas de Dios. Este examen, hecho bien, va haciendo de la persona un contemplativo en la acción, es decir, una persona que trata de leer su vida desde la perspectiva de Dios, encontrándolo en todas las cosas, leyendo la historia de manera creyente.
El PARTICULAR, que ayuda mucho a tomar conciencia de las acciones que vamos haciendo sin darnos cuenta facilitando el camino del cambio.
El DE LA ORACIÓN que, de acuerdo con la 5ª adición de los Ejercicios, ayuda a tomar conciencia de lo que ha pasado en el momento de oración y de la huella que va dejando Dios en mi vida.
Que dice la 5ª adición  [EE 77]
"La quinta, después de acabado el ejercicio, por espacio de un cuarto de hora, sentado o paseándome, miraré como me ha ido en la contemplación; y si mal, miraré la causa de donde procede, y al descubrirla me arrepentiré, para enmendarme en adelante; y si bien, daré gracias a Dios nuestro Señor, y haré otra vez de la misma manera"

No se trata sólo de un examen de conciencia en orden a sentirse culpables y arrepentirse. Es algo mucho más trascendental. San Ignacio dice: "por espacio de un cuarto de hora"..."Miraré cómo me ha ido", por supuesto si me ha ido mal, es decir, si me he dejado llevar de esos condicionamientos en los que estoy inmerso y que en alguna manera puedo encauzar o modificar para que jueguen en mi favor ("la causa de donde procede"), deberé de enmendarme. Y por supuesto también, si me ha ido bien "dando gracias a Dios nuestro Señor".

Pero esta adición apunta a algo más: implica recoger y repasar los sentimientos que haya podido tener, apunta a que el ejercitante vaya encontrando su propio método de oración, lo cual es algo sumamente importante para toda la vida.
También es importante tomar nota de este examen, para que quede registrado lo que voy viviendo en cada una de las oraciones y de ese modo ir armando mi diario espiritual.

Preguntas que pueden ayudar:
1. ¿Preparé suficientemente la oración que acabo de realizar? Si no lo hice suficientemente y bien... ¿por qué?
2. ¿Dispuse todos los medios y ayudas que conozco para realizar  bien la oración?
3.El tiempo que estuve en oración ¿fue adecuado? ¿Me levanté antes del tiempo previsto?
4. ¿Me sentí realmente acompañado en la oración? ¿Fue un diálogo o un monólogo?
5. ¿Hay algunos puntos en los cuales sentí especialmente gusto al meditar? ¿Cuáles? ¿Algunos que quieras seguir gustando? ¿Cuáles?
6.¿Hay algunos puntos en los cuales sentí especial dificultad o repugnancia al orar? ¿Cuáles?
7.¿Que me estaba intentando decir el Señor en todo esto?

martes, 11 de octubre de 2011

Espiritualidad

Raúl González SJ

Espiritualidad

¿Qué es la Espiritualidad Ignaciana? ¿Cómo se conjuga esta espiritualidad ignaciana con la pastoral Juvenil? ¿Cómo es una espiritualidad juvenil? ¿Podemos hablar de una espiritualidad Ignaciana juvenil?

Estos son algunos de los interrogantes que nos planteamos en el momento de tratar de definir, aclarar y entender qué es esto de la Espiritualidad Ignaciana.

Probaremos seguir este recorrido para clarificar nuestras dudas. Primero intentaremos comprender qué entendemos por Espiritualidad; luego pasaríamos a tratar el tema de Espiritualidad Ignaciana, y por último trataremos de clarificar qué entendemos por Espiritualidad Juvenil Ignaciana.

Espiritualidad

La espiritualidad más que ser un conjunto de conceptos teóricos que nacen de la revelación, se identifica más con la praxis cristiana.

El diccionario la define así

Espiritualidad: f. 1.- Naturaleza y condición de lo que es espiritual: su espiritualidad le llevó a donar todos sus bienes a fundaciones benéficas. // Inclinación de alguien hacia lo espiritual e inmaterial: su espiritualidad le llevó al éxtasis religioso. // Conjunto de creencias y actitudes que caracterizan la vida espiritual de una persona o de un grupo de ellas: la espiritualidad cristiana es diferente a la islámica.1


Pero para nosotros, la espiritualidad es mucho más que esto, tiene que ver con el modo de vivir la Fe, situándonos así en el campo de la “practica de la Fe”. Una primera aproximación podría ser: la espiritualidad es el modo en como el creyente vive su Fe.

En la vida de la iglesia este concepto resultó escaso, al punto que muchos redujeron la espiritualidad a un conjunto de practicas religiosas y de algunas actitudes a asumir. Esta comprensión reductiva de la espiritualidad, sólo dejaba que unos pocos pudiesen practicarla.

La espiritualidad no es un aspecto marginal de la existencia cristiana, es un estilo de vida y la auto-conciencia refleja de ese estilo2.

Entonces, cuando hablamos de espiritualidad, nos estamos refiriendo, a un estilo de vida y sobre todo a la formación de la identidad re-significada y organizada alrededor de Jesucristo y su mensaje.

Espiritualidad Ignaciana

Ahora no es difícil inferir que espiritualidad Ignaciana, tiene que ver con la experiencia de Ignacio de Loyola y su proceso de identificación con el Señor Jesús, el Eterno Señor de todas las cosas3 y la formación de la propia identidad creyente.

Por eso la espiritualidad Ignaciana mira a dos fuentes fundantes, los Ejercicios Espirituales, la vida misma de Ignacio, modo de vivir y de proceder de los ejercicios;y la propia existencia.

A diferencia de otras espiritualidades que toman como arquetípica la vida del fundador de dicha espiritualidad, la espiritualidad ignaciana mira de la vida de Ignacio el modo cómo Dios lo transformó y se dejó transformar. La espiritualidad Ignaciana se centra en ese modo, asegurando así la continuidad con la tradición espiritual y sin negar al mismo tiempo la propia identidad, respetando así mismo uno de los principios básicos de la misma espiritualidad, la adaptación según tiempos, lugares y personas.

El proceso interior de San Ignacio

El Camino Ignaciano, comienza con una “bombarda”, una bala de cañón que no sólo destroza la pierna de Ignacio, sino que lo pone en un camino del todo particular. En su convalecencia, se hace consciente de la variedad de espíritus que experimenta y se gesta un gran deseo :Ser Santo y con un fuerte proceso de conversión.

Ignacio, concibe la Santidad como servicio a Dios, este servicio al principio se expresa de manera indiscreta, pero en Manresa, adquiere los fundamentos de lo que después se plasmará en el libro de los ejercicios espirituales y es el núcleo de la Espiritualidad ignaciana, el discernimiento; allí también nace su deseo de “ayudar a las almas”.

Él mismo comentando su experiencia dice: en este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole.

Ignacio va creciendo en “sabiduría”, en discernimiento, llegando a la madurez entendiendo que en el centro está cumplir la voluntad de Dios con los deseos de Dios4

Conocer la voluntad de una persona, si no se quiere sólo obedecer exteriormente, significa vincularse con ella.

Conocer la voluntad de Dios es conocerlo, por eso el crecimiento en el discernimiento conlleva un crecimiento en la intimidad con Dios. En realidad cuanto más se ama, más se conoce y mejor se discierne. En definitiva se convierten en dos voluntades que comparten un mismo proyecto, un mismo amor y se comunican para obrar.

Rasgos característicos

La Espiritualidad Ignaciana, podríamos definirla, como espiritualidad experiencia. En ella reconocemos las siguientes dimensiones:

1.- Dimensión Trinitaria 2.- Dimensión Cristológica

3.- Dimensión Eucarística 4.- Dimensión eclesial

5.- Dimensión histórica o “encarnatoria”

Entrar en la dinámica de la Espiritualidad ignaciana, es entrar en el corazón del misterio de nuestra fe, desde el evento de la encarnación, donde Dios realiza su plan de redención; es decir que es una espiritualidad con una fuerte tendencia a una humanización plena; pero también la espiritualidad ignaciana invita a quienes la practican a convertirse en colaboradores con el proyecto de Dios, en su iniciativa de “hacer redención” [EE 107] en el mundo y la historia, lugar donde Dios opera su redención.

Por otra parte la Espiritualidad Ignaciana, hace que quién la practique se convierta en colaborador de la misión de Cristo, en su misión reconciliadora y en su tarea de establecer relaciones justas.

6.- Dimensión mística o “afectiva

Espiritualidad juvenil ignaciana

Espiritualidad de la identificación

Una espiritualidad juvenil ignaciana, tiene que ver con un fuerte proceso de construcción de la identidad en un proceso de identificación con el Eterno Señor de todas las cosas.

La identidad es el modo como una persona se relaciona con el mundo de un modo responsable y crítico; sus valores, sus actitudes, sus acciones pasan a través del filtro de esta identidad que lo ligan y lo diferencia del mundo.


Espiritualidad de la vida cotidiana

Por eso en el centro de la Espiritualidad esta la “vida cotidiana” lugar donde su opera la redención del genero humano y espacio donde esta llamado a colaborar.


Espiritualidad de la búsqueda de la voluntad de Dios (llamados)

Pero también tiene una fuerte componenda de búsqueda de la voluntad de Dios, elemento fundante de la identidad cristiana (e ignaciana). Esta búsqueda se desarrolla en la dinámica llamados-elegidos tan propia de esta espiritualidad.


Espiritualidad del Reino

Por otra parte, la espiritualidad Ignaciana, compromete al sujeto y lo “enrola” bajo la Causa de Jesús, el Reino de Dios.

Reino de Dios es el reconocimiento de la soberanía de Dios sobre el hombre y sobre la historia, al punto que es posible confesar que solo en Dios es posible poseer la vida y la felicidad. Este Dios, del cual proclamamos su señoría absoluta, es todo para el hombre. Él quiere un futuro significativo para el hombre y hace de la vida y de la felicidad del hombre su Gloria.

El hombre reconoce al Señor cuando se empeña en promover la vida verdadera y la esperanza: allí asegura la gloria de Dios.


Espiritualidad que colabora en establecer relaciones justas

En un mundo rasgado por la violencia, las luchas y la división, también nosotros somos llamados, junto con otros , para llegar a ser instrumentos de Dios, que “estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados” (2Cor.5,19) Esta reconciliación nos llama a construir un nuevo mundo de relaciones justas... superando todas las divisiones...5


Espiritualidad para la misión

Por último, la Espiritualidad Ignaciana conforma en las personas un modo nuevo de ver la vida y la historia. Ellas se convierten en el lugar donde realizar la misión a la cual Cristo nos envía.

1Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe

2Diccionario de Pastoral Juvenil

3EE.EE 98

4Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, espiritualidad ignaciana

5Congregación General 35, decreto 3, numero 16

Domingo 29 durante el año

R.P. Oscar calvo

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.


Leo el texto Domingo 29 (durante el año)

Antiguo Testamento: Yahvé y los aconteceres políticos

►Primera Lectura: Is 45,1.4-6.

“Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse.

Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras. Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo te hice empuñar las armas sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro”.


-Aspecto novedoso. Aunque Ciro no conoce a Yahvé, el Señor, por amor a su pueblo en el exilio, llega a llamarlo “su ungido” (=Mesías); y considera que la caída de Babilonia y el permiso del rey para que los judíos vuelvan a su patria, de alguna manera son frutos de la voluntad divina.


► Además de lo mío, ¿me interesa discernir “los signos de los tiempos”, es decir: el hecho de que Dios actúa dentro de la historia a través de-y a pesar de personajes y acontecimientos... aunque respetando la libertad humana?

¿O vivo muy encerrado/a en mis propios problemas, desinteresado/a del agitado mundo actual… sin caer en la cuenta de que el ambiente general repercute necesariamente en mi vida personal?


Nuevo Testamento: Jesús ante lo político

►Evangelio: Mt 22,15-21.

“Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle:

Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.

Dinos qué te parece: ¿está permitido pagar el impuesto al César o no?

Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto.

Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: ¿de quién es esta figura y esta inscripción? Le respondieron: del César. Jesús les dijo: den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.


-Enfoque innovador. Jesús respeta a la autoridad política: “Al César lo que es del César…”. Pero le pone límites, pues quien gobierna no debe invadir el ámbito de las convicciones religiosas y el núcleo de la conciencia personal: “… y a Dios, lo que es de Dios”.

► ¿Caigo en la cuenta de que la política (como la ciencia, la tecnología, las artes...) tiene sus leyes, su autonomía... y que requiere mi compromiso? “Los argentinos debemos dar el paso de habitantes, que hacen uso de la Nación, sólo buscan beneficios y exigen derechos... a ciudadanos responsables, que construyen la Nación, porque además de exigir sus derechos, cumplen sus deberes”.Episcopado, 2008
► ¿Cómo vivo mi fe cristiana? Desde la fe y confianza en Dios y en mí mismo/a: ¿sé ir manejando mis conflictos personales, y soy capaz de “poner la oreja” a los problemas ajenos: de familiares, de amigos, compañeros?
“Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras”.Reunión de Aparecida (Brasil), 2007

Hablo con Dios

Puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle...Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

martes, 4 de octubre de 2011

Este es nuestro Dios

Hna. silvina Pagura F.I.

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto

Las lecturas propuestas por la liturgia para el domingo son una manifestación del Dios al que seguimos los cristianos y una invitación a poder ponernos en sus manos, sabiendo que Él siempre nos sostiene y acompaña.


Yavé de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este cerro, una comida con jugosos asados y buenos vinos, un banquete de carne y vinos escogidos.

En este cerro quitará el velo de luto que cubría a todos los pueblos y la mortaja que envolvía a todas las naciones.

Y así destruirá para siempre a la muerte. El Señor Yavé enjugará las lágrimas de todos los rostros; devolverá la honra a su pueblo, y a toda la tierra, pues así lo ha determinado Yavé.

Entonces dirán: miren, éste es nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Éste es Yavé, en quien confiábamos. Ahora estamos contentos y nos alegramos porque nos ha salvado, pues la mano de Yavé se nota en este cerro”

Is.25,6-10ª


El profeta Isaías nos invita a contemplar en primer lugar a un Dios Padre-Madre, capaz de prepararnos un banquete para todos los pueblos.

Así como una madre prepara la mesa para sus hijos, o como una comida de familia, donde estamos todos y la mesa familiar nos congrega, una mesa donde entran todos, porque Dios incluye a todos, sin miramientos.

La imagen que usa Isaías es la de un gran banquete, signo de fiesta, alegría y diversión, porque nuestro Dios es alegría.

Isaías nos propone junto a la imagen del banquete, un Dios que vence para siempre la muerte, que enjugará nuestras lágrimas, devolverá la honra a su pueblo. Nuestro Dios es un Dios compasivo, capaz de dolerse con nuestro sufrimiento y conmoverse hasta lo más hondo con nuestro dolor. Nos muestra un Dios que es ternura y amor, que es capaz de enjugar nuestras lágrimas.

Y ante la promesa de Dios, el eco de la respuesta que exclama: “miren, éste es nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara, en quien confiábamos”… y luego la alegría de saberse salvado/a y de percibir la mano de Dios que conduce.


Propuestas para rezar el texto:

  1. Puedo recordar una gran fiesta de familia, amigos… un banquete donde nos reunimos todos los seres queridos, con gran alegría y júbilo; pensar que Dios está allí ¿en qué gestos, palabras o personas lo encuentro?

  2. Quizás en mi momento personal necesito que Dios seque mis lágrimas, puedo imaginarme en su presencia y dejar que Él me consuele, me reanime y me devuelva la Vida, le expreso lo que hay en mi corazón.

  3. El banquete de Dios es para TODOS, puedo hablarle a Dios sobre el dolor que siento a veces de ver que no todos gozan de la mesa, del pan de cada día, de los derechos básicos que deberíamos gozar por ser personas e hijos de Dios. Me dejo conmover por la injusticia y le presento a Dios las personas que conozco que son víctimas de esa desigualdad. Me pregunto, desde mis estudios, o desde mi trabajo ¿qué hago yo, por más pequeño que sea, para que esta mesa sea para todos?


Sé pasar privaciones, como vivir en abundancia. Estoy entrenado para cualquier momento o situación: estar satisfecho o hambriento, en la abundancia o en la escasez. Todo lo puedo en Aquel que me fortalece.

Sin embargo, hicieron bien al compartir mis pruebas. Estoy seguro, que mi Dios proveerá a todas las necesidades de ustedes, según su riqueza y su generosidad en Cristo Jesús. Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Amén”


Flp.4, 12-14.19-20


En la carta de San Pablo a los Filipenses, expresada con un lenguaje sencillo, franco y sincero, desde el corazón, Pablo se muestra tal cual es ante la comunidad que supo acogerlo en diversos momentos y con la cual tenía una entrañable relación. En el momento en que escribe esta carta se encuentra preso.

Desde esa situación existencial que atraviesa Pablo en prisión estas palabras resuenan en nosotros de una manera provocativa.

Pasar privaciones o abundancia, satisfecho o hambriento, en abundancia o escasez... Vida larga que corta, salud que enfermedad, riqueza o pobreza diría San Ignacio… Y todo esto es posible porque TODO LO PUEDO EN AQUEL QUE ME FORTALECE.

Pablo sabe que en este camino no está solo, se siente acompañado por la comunidad que comparte sus pruebas y de ahí nace la petición de que Dios atienda sus necesidades y los asista, en una palabra los bendice (les dice el bien).


Propuestas para rezar el texto:

  1. Desde lo que hoy vivo ¿estoy dispuesto a decir lo de San Pablo, haciendo ofrenda a Dios de mi situación de vida por más difícil que se presente? Pido a Jesús la fortaleza, que me regale la experiencia y la certeza que “todo lo puedo en Dios que me fortalece”

  2. Puedo hacer memoria de los momentos de mi vida donde experimenté que Dios era esa roca que me salvaba, que aunque pasara por privaciones, o enfermedad, o sufrimiento, o muerte, etc. misteriosamente sentía que Dios estaba a mi lado y me daba fortaleza. Esa es la experiencia de fe, sentir que Dios nos conduce y nos sostiene aunque humanamente todo diga lo contrario. Doy gracias a Dios por esos momentos en mi vida que me ayudaron a madurar mi fe, haciéndome testigo para los demás.

  3. Rezar pausadamente, tomando conciencia de cada una de las palabras de la oración de ofrecimiento que propone San Ignacio en los Ejercicios Espirituales:

    Toma Señor y recibe, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Vos me lo diste, a vos Señor lo torno, todo es tuyo dispone de todo según tu voluntad, dame tu amor y gracia que ésta me basta”


EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?