viernes, 21 de octubre de 2011

No hacen lo que dicen

La Preparación                                                        
Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…
Presencia de Dios                                                    
Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.
Leo el texto                                                   Mt. 23, 1-12
[1] Entonces Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos: [2] «Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. [3] Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican. [4] Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas. [5] Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente, y los largos flecos de su manto. [6] Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas. [7] Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro. [8] Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. [9] No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo. [10] Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo. [11] El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. [12] Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto.

No hacen lo que dicen...

La enseñanza de Jesús se orienta en esta misma dirección y pone en jaque las pretensiones de tantas personas que preocupándose por la ortodoxia descuidan los principios elementales de la justicia.
La catequesis se ha preocupado durante largo tiempo por transmitir la doctrina correcta. Por esto, se hace énfasis en aprender los diez mandamientos, los sacramentos, los siete dones del Espíritu Santo y sus catorce frutos y otras muchas tradiciones. Este interés catequético es legitimo e incuestionable. Sin embargo, es necesario preguntar: ¿la
catequesis que se preocupa tanto por la «doctrina correcta», la llamada «ortodoxia», se preocupa igualmente por la práctica correcta, la llamada «ortopraxis»?
El evangelio de Mateo es directo y tajante. Nos pide aceptar la ortodoxia pero siempre y cuando esté basada y fundamentada en la ortopraxis, es decir, en la práctica de la justicia. Pues, anunciar las doctrinas correctas, que todo el mundo acepta, es muy fácil. Lo difícil es practicarlas. Por eso, urge más revisar nuestras prácticas catequéticas que los sistemas doctrinales.
Durante mucho tiempo nuestra catequesis se limitó, en gran parte, a memorizar preceptos, doctrinas y fórmulas. El evangelio nos pide que, sin olvidar todo esto, nos preocupemos de realizar lo que ellas proponen. Lo fundamental de toda la doctrina cristiana, contenida en el evangelio, es la práctica comunitaria de la caridad expresada en una exigencia irrevocable de justicia. La comunidad cristiana existe para enunciar buenas noticias a la humanidad. Se convierte ella misma en buena noticia cuando transforma las realidades de muerte en caminos hacia la vida en abundancia y no cuando se anuncia a sí misma.
Por esta razón, la catequesis no puede convertirse en una transmisión individual de contenidos religiosos, sino en una práctica pedagógica comunitaria. La comunidad sólo puede enseñar y aprender con el ejemplo y la participación de todos sus integrantes, sin distinción de sexo, edad u oficio ministerial. Pues, mientras se trate de practicar y enseñar la justicia nadie está eximido de ser catequista y nadie está excluido de ser catecúmeno.
Para la revisión de vida                                       
¿Merecería yo que se dijera de mí lo que Jesús dice de aquellos conciudadanos suyos: «Hagan ustedes lo que ellos dicen, pero no lo que hacen»?…
Creer lo que se dice. Predicar lo que se cree. Vivir lo que se es.
Para la reunión de grupo
- «No se dejen llamar maestros, ni padres ni jefes... el primero de ustedes, sea el servidor de todos»... Dejando aparte la aplicación literal de estas recomendaciones de Jesús, ¿qué presencia del afán de poder y de la incoherencia entre lo proclamado y lo vivido vemos en nuestra vida como Iglesia institucional, y en las estructuras eclesiásticas concretamente? Ejemplos y consideraciones.
- «Trabajábamos de noche y de día para no ser una carga para ninguno de ustedes». Es el tema de la economía en la evangelización, y en la Iglesia. Sin dinero, no se pueden hacer la mayor parte de las obras que se hacen en la Iglesia, en la vida de la comunidad cristiana, en la parroquia, en la evangelización. Pero si se introducen los salarios, el dinero puede acabar mercantilizando hasta lo más puro de la fe… ¿Será mejor hacer menos cosas en la Iglesia, pero que sean gratuitas, o que una Iglesia funcione muy bien, aunque todos los que trabajan en la Iglesia lo hagan por un salario?
Para la oración de los fieles
- Para que la Iglesia reinen siempre la unidad, la caridad mutua, el servicio de unos a otros, el estar siempre a disposición de los que nos necesiten. Oremos.
- Para que todas las personas y naciones de la tierra puedan servir a Dios en la paz, en la justicia y en la prosperidad. Oremos.
- Para que todas las personas que sufren en su cuerpo o en su espíritu encuentren esperanza en el amor de Dios Padre y consuelo en la solidaridad de los hermanos. Oremos.
- Para que conozcamos cada día más y mejor la Palabra de Dios y ella nos vaya renovando y transformando. Oremos.
- Para que todos los gobernantes sean conscientes de su condición de servidores del pueblo y cesen los autoritarismos, las dictaduras y las oligarquías. Oremos.
Oración comunitaria                                                
Dios, Padre nuestro, haz que nuestro corazón esté cada día más abierto a tu Palabra, para que nuestra vida sea cada vez más conforme a lo que Tú nos dices, y así caminemos siguiendo tus pasos y vayamos construyendo, con tu ayuda, tu Reino entre nosotros, hasta el día en que Tú nos lo regales en toda su plenitud. Por Jesucristo.
El Examen de la Oración                                         
En la dinámica de los Ejercicios Espirituales San Ignacio insiste mucho en el examen como una de las operaciones importantes en orden a lograr el fin de la experiencia que es ordenar la vida (buscar y hallar la voluntad de Dios)
En los Ejercicios presenta tres exámenes:
El GENERAL que sirve para mirar el conjunto del día y descubrir las llamadas de Dios. Este examen, hecho bien, va haciendo de la persona un contemplativo en la acción, es decir, una persona que trata de leer su vida desde la perspectiva de Dios, encontrándolo en todas las cosas, leyendo la historia de manera creyente.
El PARTICULAR, que ayuda mucho a tomar conciencia de las acciones que vamos haciendo sin darnos cuenta facilitando el camino del cambio.
El DE LA ORACIÓN que, de acuerdo con la 5ª adición de los Ejercicios, ayuda a tomar conciencia de lo que ha pasado en el momento de oración y de la huella que va dejando Dios en mi vida.
Que dice la 5ª adición  [EE 77]
"La quinta, después de acabado el ejercicio, por espacio de un cuarto de hora, sentado o paseándome, miraré como me ha ido en la contemplación; y si mal, miraré la causa de donde procede, y al descubrirla me arrepentiré, para enmendarme en adelante; y si bien, daré gracias a Dios nuestro Señor, y haré otra vez de la misma manera"

No se trata sólo de un examen de conciencia en orden a sentirse culpables y arrepentirse. Es algo mucho más trascendental. San Ignacio dice: "por espacio de un cuarto de hora"..."Miraré cómo me ha ido", por supuesto si me ha ido mal, es decir, si me he dejado llevar de esos condicionamientos en los que estoy inmerso y que en alguna manera puedo encauzar o modificar para que jueguen en mi favor ("la causa de donde procede"), deberé de enmendarme. Y por supuesto también, si me ha ido bien "dando gracias a Dios nuestro Señor".

Pero esta adición apunta a algo más: implica recoger y repasar los sentimientos que haya podido tener, apunta a que el ejercitante vaya encontrando su propio método de oración, lo cual es algo sumamente importante para toda la vida.
También es importante tomar nota de este examen, para que quede registrado lo que voy viviendo en cada una de las oraciones y de ese modo ir armando mi diario espiritual.

Preguntas que pueden ayudar:
1. ¿Preparé suficientemente la oración que acabo de realizar? Si no lo hice suficientemente y bien... ¿por qué?
2. ¿Dispuse todos los medios y ayudas que conozco para realizar  bien la oración?
3.El tiempo que estuve en oración ¿fue adecuado? ¿Me levanté antes del tiempo previsto?
4. ¿Me sentí realmente acompañado en la oración? ¿Fue un diálogo o un monólogo?
5. ¿Hay algunos puntos en los cuales sentí especialmente gusto al meditar? ¿Cuáles? ¿Algunos que quieras seguir gustando? ¿Cuáles?
6.¿Hay algunos puntos en los cuales sentí especial dificultad o repugnancia al orar? ¿Cuáles?
7.¿Que me estaba intentando decir el Señor en todo esto?

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