martes, 23 de noviembre de 2010

1º de Adviento - 28 de noviembre - Formación

Para la formación:

¿Qué hacer cuando estamos desolados?


Ya hemos hablado de los dos espíritus y cómo actúan cada uno de ellos; también hemos afrontado el tema de los distintos sentimientos que podemos experimentar en la oración para reconocer su procedencia.

Ahora debemos afrontar el temas de qué hace en una situación espiritual particular: la desolación.

Recordemos qué es la desolación:

[317] ...Llamo desolación todo el contrario de la tercera regla, así como oscuridad del ánima, turbación en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor. Porque, así como la consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que salen de la consolación son contrarios a los pensamientos que salen de la desolación.

Una vez descubierto el estado espiritual ¿Qué hacer?

Ignacio, una vez más nos habla de su experiencia y nos aconseja:

1°- No cambiar de “rumbo”, cambiando las cosas que me había propuesto hacer.

[318] La quinta. En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque, así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar.

2°- Combatir a la misma desolación: mas oración; más examinarse...

[319] La sexta. Dado que en la desolación no debemos mudar los primeros propósitos, mucho aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolación, así como es en instar más en la oración, meditación, en mucho examinar y en alargarnos en algún modo conveniente de hacer penitencia.


3°- Considerar... haciendo uso de la razón...

[320] La séptima. El que está en desolación considere cómo el Señor le ha dejado en prueba, en sus potencias naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo; pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta: porque el Señor le ha abstraído su mucho hervor, crecido amor y gracia intensa, quedándole también gracia suficiente para la salud eterna.


4° .- Trabaje... esfuércese... en paciencia...

[321] La octava. El que está en desolación trabaje de estar en paciencia, que es contraria a las vejaciones que le vienen, y piense que será presto consolado, poniendo las diligencias contra la tal desolación, como está dicho en la sexta regia.


5°.- Por qué estamos desolados:

a.- Por ser tibios y perezosos

b.- Por probarnos cuanto nos alargamos desinteresadamente

c.- Para que entendamos que no depende de nosotros

[322] La nona. Tres causas principales son porque nos hallamos desolados: la primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y así por nuestras faltas se aleja la consolación espiritual de nosotros; la segunda, por probarnos para cuánto somos, y en cuánto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolaciones y crecidas gracias, la tercera, por darnos vera noticia y conocimiento para que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Seńor; y porque en casa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la espiritual consolación.

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