martes, 6 de septiembre de 2011

El Perdón

Hna. Silvina Pagura FI

La Preparación

Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…

Presencia de Dios

Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar Mt. 18, 21-35

Breve comentario:

El evangelio de hoy plantea el tema del perdón, que es una de las experiencias más difíciles para los seres humanos. ¡Cómo nos cuesta perdonar! Dentro de nuestro corazón cultivamos resentimientos, gastamos muchas horas dando vueltas a los problemas que se nos presentan en las relaciones familiares y sociales.

El orgullo es el principal obstáculo para perdonar, pues nos impide dar el primer paso: esperamos que sea la otra persona quien tome la iniciativa y que nos pida disculpas. El orgullo nos impide aceptar nuestra parte de responsabilidad dentro de esos conflictos; nos sentimos que somos inocentes en un 100% y que la otra persona es culpable en el 100%.

El tema del perdón no sólo afecta el microcosmos de las relaciones personales, sino que afecta el macrocosmos de las relaciones sociales. Por eso el tema del perdón está en el centro del debate político.

Conscientes de la enorme importancia de este tema, veamos qué nos dice el evangelio de hoy, cuya estructura es muy sencilla: empieza con un breve diálogo entre Pedro y Jesús, y después viene una parábola a través de la cual se explica la doctrina del perdón.

Empecemos por el breve diálogo que se desarrolla entre Pedro y Jesús:

Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?”

En esta intervención de Pedro hay que subrayar el verbo “tener”: “¿cuántas veces tengo que perdonar?”

Pedro usa un verbo desafortunado. ¿Qué le criticamos a Pedro? El perdón no es una obligación que hay que cumplir; el perdón es una maravillosa oportunidad que se nos ofrece pues permite re-crear, volver a crear, unas relaciones que se han roto; el perdón es la posibilidad de conquistar la paz, permite la recomposición del tejido social.

El otro aspecto que vale la pena destacar en la pregunta de Pedro es el número: “¿hasta siete veces?” Al proponer el número 7 que simboliza la perfección, Pedro creyó que estaba siendo generosísimo en lo referente al perdón pues pensó que era el límite perfecto.

Sin embargo, la generosidad de Pedro es aparente pues de todas maneras quiso fijar un límite.

La respuesta de Jesús desmonta los dos prejuicios de Pedro: el perdón es una fantástica posibilidad que no se puede limitar. Ese es el sentido de la expresión “hasta setenta veces siete”. La respuesta de Jesús nada tiene que ver con las tablas de multiplicar (7 x 70 = 490) sino que debe traducirse como un adverbio: hay que perdonar siempre.

Estas palabras de Jesús nos sacuden porque nosotros pensamos y actuamos de manera diferente. Jesús nos enseña que hay que perdonar a todos – no puede ser a éste sí, pero a aquel no -, todas las veces.

Para exponer más en profundidad su doctrina sobre el perdón, Jesús propone la parábola del funcionario perdonado y despiadado, en la que encontramos dos tipos de relación: la relación del rey con su empleado, y la relación de este empleado con un compañero.

Exploremos el significado del primer binomio, rey – empleado:

El empleado le debe al rey 10.000 talentos, que es una suma astronómica. Para tener idea de la magnitud de la deuda, hay una referencia útil: el rey Herodes el Grande recibía un sueldo de 1.000 talentos al año. Esto quiere decir que el funcionario debía una suma equivalente a 10 años de sueldo del rey Herodes. Por eso suena tan estúpida la petición que hace a su señor: “ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Sencillamente imposible.

A todas luces la parábola busca la exageración. Se trata de una deuda impagable; y el rey, en su generosidad, la perdonó totalmente, intereses y capital.

Exploremos el significado del segundo binomio, empleado – compañero. Quien ha sido beneficiario de la generosidad espléndida del rey, se comporta de manera miserable con su compañero que le debe unos pocos pesos. Hay un escandaloso contraste entre la generosidad del rey y la mezquindad del empleado.


Comentario del Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

homiletica.org


Nos preguntamos:

  1. A quiénes necesito perdonar en mi corazón?

  2. Tuve experiencias donde me costó perdonar a otros? Si logré perdonar ¿cómo me sentí al haberlo hecho?

  3. Me sentí perdonado por otros en algún momento?


Coloquio:

Dialogo con Jesús y le expreso lo que hay en el fondo de mi corazón, le pido que me enseñe a perdonar. Puedo situarme ante la cruz, y hablar con Jesús crucificado, contemplar su misericordia para con los ladrones, pedirle que me enseñe a perdonar como Él perdonó.





EXAMEN DE LA ORACIÓN:

Preguntas que pueden ayudar:

¿Cómo comencé a rezar?

¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?

¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)

¿Cómo termine?

¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

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