martes, 1 de noviembre de 2011

Bienaventuranzas – Camino de humanización desde la fe

Hna. Silvinas Pagura fi
La Preparación
Busco un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo mi corazón para este encuentro…
Presencia de Dios
Busco la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.

Leo el texto a contemplar                                 Mt.5,1-12
Bienaventuranzas – Camino de humanizaciòn desde la fe

“Jesús, al ver a toda esa muchedumbre, subió al monte. Allí se sentó y sus discípulos se le acercaron. Comenzó a hablar, y les enseñaba así:
FELICES los que tiene espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
FELICES los que lloran, porque recibirán consuelo.
FELICES los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
FELICES los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
FELICES los compasivos, porque obtendrán misericordia.
FELICES los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
FELICES los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
FELICES los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de Dios.
DICHOSOS ustedes cuando por causa mía los maldigan, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.
Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así trataron a los profetas que hubo antes que ustedes”
Me imagino el lugar…
Jesùs sube al monte donde esta lleno de gente, todo tipo de personas acudìan a El.

Pido al Señor… lo que quiero
Señor que te conozca internamente, para que conociéndote cada día más te pueda amar más y seguir mejor.

Para la oración
El texto de la liturgia de hoy nos propone el texto de las Bienaventuranzas que seguramente lo hemos rezado y escuchado muchas veces, pero el contexto en el que lo leemos hoy es en la festividad de todos los santos. Podríamos preguntarnos ¿qué relación tiene este texto con la propuesta de santidad?
En primer lugar, sería interesante rescatar el contexto en el que se da esta enseñanza de Jesús. El Evangelio de Mateo nos narra previamente que a Jesús “acudían todos los enfermos, los aquejados por males y dolencias diversas, los endemoniados, y paralíticos y él los sanaba. Lo seguía un gentío inmenso de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán” (Mt.4,24-25) Esa es la muchedumbre que Jesús está mirando cuando sube al monte, es el pueblo sufriente, dolido y universal, porque venían de las regiones más variadas.
Las palabras de Jesús resuenan de manera muy diferente si lo contextualizamos en ese monte lleno de gente que está viviendo en carne propia lo que es ser pobre, llorar y sufrir, ser paciente, tener hambre y sed de justicia, ser compasivo, tener corazón limpio, trabajar por la paz, ser perseguido y sufrir calumnias. No es un discurso de lo que “deberían ser”, sino que les habla de su propia realidad, de lo que ellos ya están viviendo.
Podríamos preguntarnos entonces ¿de qué les sirve escuchar a Jesús que les promete felicidad pero en el reino de los cielos, si su sufrimiento es aquí y ahora? Muchas veces hemos interpretado este texto pensando que las palabras Reino de los cielos o Reino de Dios hacen alusión a una realidad que viviremos cuando nos morimos. Pero el pueblo judío, por respeto a Dios, no podía nombrarlo, por eso se lo designaba con otras palabras como reino de los cielos, reino de Dios. Por tanto, no se trata de una recompensa que tendremos después de la muerte, en el cielo, sino del Reino de Dios que llega a nosotros en esta tierra con la proclamación de Jesús.
Desde aquí cobra otro significado mucho más profundo el mensaje de las bienaventuranzas, porque no se trata de sufrir en esta tierra que ya tendremos los beneficios en el cielo; sino de ser capaces de acoger las limitaciones, el dolor, la persecución, etc. con una mirada de fe, que nos posibilite atravesar las situaciones de la vida cotidiana, las que vienen con nuestra propia finitud humana; y hacerlo con una mirada transparente, esperanzada, que es capaz de descubrir la presencia de Dios allí donde todo humanamente nos dicta muerte y desesperanza.
El mensaje de las Bienaventuranzas en el día de todos los santos tiene mucho para decirnos, porque los santos fueron personas “humanas”, acogieron su humanidad y limitaciones y pudieron descubrir “en ellas” y no “a pesar de ellas”, la mano y la presencia de Dios en sus vidas y en la historia.
Todos estamos llamados a ser santos por el bautismo, y ser santos es ser profundamente humanos, capaces de conmovernos con el dolor propio y ajeno, pero sin quedarnos en él, sino descubriendo que Dios está presente en ello y que con su gracia podemos ser FELICES con todas las limitaciones que la vida misma nos presenta. Es creer profundamente aquello de San Pablo que “llevamos un tesoro en vasos de barro”, no como quien desprecia el barro del que fuimos formados, sino como quien da gracias porque nuestro barro es el que nos permite reconocer el tesoro que llevamos dentro.
Todos deseamos ser FELICES, y en estos tiempos son numerosas y atractivas las propuestas que se nos presentan de todas partes: muchos nos hablan de una alegría que se puede obtener con el dinero, el éxito y el poder. Sobre todo nos hablan de una alegría que coincide con el placer superficial y efímero de los sentidos.  Pero las Bienaventuranzas nos proponen un camino de una felicidad diferente, perdurable, que no se esfuma con los acontecimientos porque está sustentada en el hecho de CREER que Dios está presente en nuestra vida, en cada hermano.
Y es una felicidad que lleva al compromiso, como bien nos enseñan los santos, nos mueve a trabajar por la paz, a tener hambre y sed de justicia, a ser compasivos, a ser “muy otros” sin dejar de ser “nosotros mismos”. Porque cuando Dios alberga el corazón de cada ser humano y sabemos darle cabida, va impregnando nuestros criterios, nuestra forma de ver la vida, nuestra manera de relacionarnos, nuestro trabajo, nuestro estudio, nuestras relaciones.
Como bien lo expresa el Padre Arrupe, sj en esa oración tan bonita donde supo dejar reflejado lo que es vivir en santidad como cristiano.
Reflexiono para sacar provecho

ENAMÓRATE
No hay nada más práctico que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse profundamente y sin ver atrás.
Aquello de lo que te enamores,
lo que arrebate tu imaginación, afectará todo.
Determinará lo que te haga levantar por la mañana,
lo que harás con tus atardeceres, cómo pases tus fines de semana,
lo que leas, a quién conozcas, lo que te rompa el corazón,
y lo que te llene de asombro, alegría y agradecimiento.
Enamórate, permanece enamorado, y eso lo decidirá todo.

Pedro Arrupe, sj


Hablo Con Dios
La contemplación es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando con Dios Padre  o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra alegría... podemos pedirle su espíritu para poder vivir la vida que nos regala  Termino rezando un Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.

EXAMEN DE LA ORACIÓN:
Preguntas que pueden ayudar:
¿Cómo comencé a rezar?
¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?
¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración? (paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)
¿Cómo termine?
¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?

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