La Preparación
Busco
un lugar que me ayude al encuentro con Dios, donde este cómodo y
tranquilo. Busco una postura corporal para orar, hago un gesto de
reverencia. Respiro lenta y profundamente para tranquilizarme, para
relajarme, para que mi cuerpo también entre en oración, y preparo
mi corazón para este encuentro…
Presencia de Dios
Busco
la paz, me presento ante Él, siento que Dios me mira, me escucha, me
conoce… Tomo el tiempo necesario para esto, no se trata de hacer un
esfuerzo por acercarme a Dios sino de dejarlo entrar y estar frente a
El con toda confianza. Su presencia es puramente amorosa, no viene a
reprocharme ni a condenarme… viene a estar conmigo.
Leo el texto a contemplar
Evangelio
según San Lucas 24,35-48
Todavía estaban hablando de
esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La
paz esté con ustedes». Atónitos y llenos de temor, creían ver un
espíritu, pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y
se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo
mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como
ven que yo tengo». Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus
pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se
resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo
para comer?». Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo
tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: «Cuando
todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se
cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos». Entonces les abrió la inteligencia para
que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: «Así estaba
escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al
tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía
predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los
pecados. Ustedes son testigos de todo esto.
Me imagino el lugar…
La escena se
desarrolla en Jerusalén, la misma ciudad donde murió Jesús, es la
misma que lo recibe.
Pido al Señor… lo que quiero
Conocimiento
interno del Señor para que más lo ame y más lo siga.
LA
CONTEMPLACION EN TRES PASOS
La oración
Ignaciana es esencialmente contemplación. En ella se ponen al
servicio de la oración, la imaginación, la memoria, la inteligencia
y los sentidos. En ella nos acercamos al misterio desde una tripe
perspectiva: Viendo a los personajes, escuchando lo que ellos hablan
y mirando lo que hacen, para sacar algún provecho.
1° Momento: veo a los personajes de la escena
Miro la escena y me
centro en los discípulos, ellos están atemorizados, aunque el
recuerdo de Jesús los mantenía unidos, sus esperanzas estaban
destruidas. El recuerdo de Jesús todavía no había adquirido en
ellos la fuerza de la resurrección.
La presencia de
Jesús causa en ellos un “gran susto”, tienen dudas en su
interior... creen que la presencia del resucitado es
“fantasmagórica”.
Vemos a Jesús
resucitado, su presencia, llena la ausencia pero genera preguntas en
sus discípulos. Jesús tiene un modo de hacerse presente, invitando
a la paz que viene de Dios
Reflexiono en mi, me pregunto ¿Qué cosas me llenan de temor?¿Que
cosas no estoy dispuesto a creer? ¿Qué cosas necesito que Jesús me
ayude a creer? ¿Qué aspectos de mi vida necesitan de su Paz?
2° momento: Escucho lo que hablan las personas.
Escuchamos a Jesús:
La Paz esté con ustedes...
una paz que viene de Dios.
La
presencia del resucitado pone en evidencia las inquietudes más
profundas de sus discípulos; ellos dudaban acerca del modo de estar
de Jesús.
El
resucitado despeja las dudas de sus discípulos, él no es un
fantasma, ni su presencia es sólo “espiritual” sino que es real,
es el mismo crucificado el que esta delante de ellos, en “carne
y hueso” , no es un fantasma,
sino un hombre que para confirmar su humanidad pide de comer.
Pero el resucitado
también les explica lo que ha sucedido, las profecías se han
cumplido, la promesa de Dios se ha hecho patente, la oferta de
salvación de parte de Dios es para todos.
Por último, los
invita a se testigos, no simples repetidores, sino anunciadores de la
buena noticia del resucitado.
Reflexionamos en nosotros mismo para sacar algún provecho.
3°Momento: Miro lo que hacen…
Miramos de vuelta
escena, las primeras reacciones de los discípulos a Jesús
resucitado fueron muy humanas: miedo y duda. Jesús lo comprende y
los ayuda a descubrir que es él mediante seis signos en que los
discípulos pueden reconocerlo.
1.- Los llena de
paz que proviene de Dios
2.- Les muestra las
llagas de su cuerpo glorioso.
3.- Come con ellos,
como otras veces.
4.- Les confirma
que en él se cumplieron las profecías sobre el Mesías.
5.- Les recuerda su
promesa de enviarles al Espíritu Santo.
Reflexionamos para sacar algún provecho.
Hablo Con Dios
La contemplación
es también momento de encuentro, puedo cerrar mi oración hablando
con Dios Padre o dialogando con Jesús acerca del Reino... así como
también acerca de lo que necesitamos y de lo que podemos
ofrecerle... podemos hablarle de nuestros temores, o de nuestra
alegría... podemos pedirle su espíritu para poder proclamar con
nuestras palabra y nuestras vidas que Jesús es el enviado del Padre.
Termino rezando un
Padre Nuestro o alguna oración que me de devoción.
EXÁMEN DE LA ORACIÓN:
Preguntas que
pueden ayudar:
¿Cómo comencé a rezar?
¿Hice silencio interior para escuchar lo que El tenía para decirme?
¿Qué palabras definen los sentimientos que tuve durante mi oración?
(paz, alegría, confianza, sensación de perder el tiempo, ansiedad…)
¿Cómo termine?
¿Algo ha cobrado fuerza dentro de mí?
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